Los cerezos de Washington, emplema de la solidaridad con Japón

Efe

SOCIEDAD

La capital de Estados Unidos se viste de rosa y blanco para despedir al invierno

31 mar 2011 . Actualizado a las 13:55 h.

Hace casi cien años Japón regaló a Estados Unidos 3.000 árboles en señal de amistad y ahora Washington demuestra su hermandad con el país nipón al convertir el Festival de los Cerezos en Flor en una cita solidaria tras el terremoto de marzo. Desde hace 99 primaveras, la capital de Estados Unidos se viste de rosa y blanco para despedir al invierno gracias a los más de 3.700 cerezos que rodean algunos de sus monumentos más emblemáticos. El Festival Nacional de los Cerezos en Flor, la celebración más importante de la primavera en Washington, se ha volcado este año con Japón, tras el devastador sismo y el posterior tsunami que arrasaron la costa noroeste del país dejando a su paso más de 27.000 muertos y desaparecidos.

«El festival cobra este año un significado especial por la reciente tragedia. Nuestros corazones están con el pueblo japonés y Japón está en el corazón del festival», dijo a Efe Danielle Piacente, directora de comunicaciones del evento. Un paseo desde el Monumento a Washington hasta el Tidal Basin, la ensenada que alberga los cerezos, inauguró en los días previos al festival la campaña en favor de las víctimas del terremoto, con el objetivo de recoger donaciones.

Desde la página web se puede enviar dinero a la Cruz Roja para contribuir a levantar un país sacudido en cuestión de pocos días por un seísmo, un tsunami, y un accidente nuclear. Uno de los reclamos más exitosos del festival, tras los cerezos, es la curiosa ristra de productos que cada año se venden con dos motivos predominantes: las flores y el color rosa. Este año, parte de la recaudación de algunos de estos objetos irá en beneficio del pueblo de Japón, país que en 1912 donó 3.000 cerezos a EEUU como símbolo de la amistad entre ambas naciones. De aquel regalo, sólo quedan hoy 125 cerezos. El resto fueron plantados en años posteriores. Se espera que el festival de este año supere el millón y medio de visitantes de la anterior edición, con un 55 por ciento llegados del área metropolitana de la ciudad y el 45 por ciento restante de otros puntos del país y del mundo. «Es la cita más importante de la primavera en EEUU. El festival significa mucho para mucha gente. Aquí hemos visto de todo, incluso parejas que se piden matrimonio, todo el mundo lo disfruta muchísimo», explicó Piacente.

Y es que, una ensenada rodeada por alegres cerezos y presidida nada menos que por Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores del país, es un escenario idílico para darse el sí quiero, declararse amor eterno, o gritar a pleno pulmón ¡Cumpleaños feliz!.

Las flores de los cerezos están al alcance de la mano, pero los miembros del Servicio Nacional de Parques vigilan sin descanso que los árboles conserven todas y cada una de sus hojas. Un simpático castor, que además ejerce de mascota oficial del festival, avisa al visitante de la prohibición con una señal de tráfico en la que puede leerse «no cortes las flores». Para satisfacer a quienes no se conforman con ver los cerezos una vez al año en el Tidal Basin, la organización del festival ha sacado a la venta este año, en colaboración con la Arbor Day Foundation, las especies más populares de cerezos.

Así, quien lo desee puede plantar en su jardín sus propios cerezos, por un precio que oscila entre los seis y los dieciséis dólares.

El Festival de los Cerezos llena Washington durante dieciséis días de color, turistas, y eventos con sabor nipón, con el aliciente este año de que participar en el evento representa una forma de agradecer a Japón el regalo de amistad que entregó a EEUU hace casi un siglo.