El proceso continuó hasta que las bacterias crecieron sin necesidad de fosfato, un elemento esencial en la construcción de varias macromoléculas presentes en todas las células, incluidos los ácidos nucleicos.
Los científicos usaron trazadores de radio para seguir muy de cerca la senda del arsénico en la bacteria, desde la ingestión del químico hasta su incorporación en varios componentes celulares.
Y así determinaron que el arsénico había reemplazado completamente al fósforo en las moléculas de la bacteria hasta su ADN mismo.
«La forma en que el arsénico se introduce en la estructura de las biomoléculas no está clara, y no conocemos los mecanismos por los cuales operan tales moléculas», señalaron los investigadores.
«El trueque de uno de los elementos biológicos mayores puede tener -concluyen- un significado evolutivo y geoquímico profundo».