Sí hay manera en el barco de los músicos

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA/LA VOZ.

SOCIEDAD

Coque Malla, Uxía y gente de Berrogüetto dan un concierto en un velero en Arousa

28 ago 2010 . Actualizado a las 02:50 h.

Poner palabras a la música sin ser poeta es tontería. Pero a bordo de este barco hasta el más tonto compone sinfonías, así que tonto el último y vamos a ello. Imaginen un pailebote de madera de dos palos, de nombre Nieves , que Alfredo Fernández echa al agua desde O Grove a órdenes, en esta ocasión, de Miguel de la Cierva, alma máter del pub Náutico de San Vicente do Mar. Y a flipar.

Dos milagros de este esquinado país se ponen en pie. Uno suda frío para recuperar la tradición marítima de las rías; el otro crea a pulso un espacio irrepetible en el que los músicos dan rienda suelta a su historia sin más ataduras que las de su destreza y su capacidad de mezcolanza. Se agita la coctelera y un velero zarpa con más de cincuenta personas a bordo. De ellas, más de una veintena de guitarristas, percusionistas, bajistas, cantantes, violinistas e istas de toda clase imaginable capaces de poner los pelos de punta al público más estirado. Vienen a tocar para ellos y para todos los que puedan disfrutarlo. Algunos desde el propio Nieves . Otros, desde las embarcaciones que se acercan atraídas por el tomate musical que, fondeado frente al islote Areoso, a tiro de A Illa de Arousa, organizan este montón de fenómenos. Abre el fuego, a eso de la una de la tarde, Coque Malla, después de ciertos toqueteos en plan versión de Dire Straits.

Suena a blues y, con el paso de un par de temas, a los Rolling Stones y otras cosas setenteiras, porque cada uno tira de su palo. En esto Carlos Blanco, que prácticamente juega en casa, ve llegar una zódiac repleta procedente de A Illa: «Acabou, veñen os nosos», proclama el polifacético actor. Algo de razón lleva el hombre cuando arriban al pailebote Uxía, Ugia Pedreira, Quin Fariña, violinista de Berrogüetto, y el brasileiro Fred Martins, entre otros, para hacerse con el escenario de proa y no abandonarlo ya en un par de horas.

Esta es la mitad de la verdad. El otro hemisferio habla de una incompatibilidad entre diferentes grifos de cerveza que pide a gritos una unificación de modelos, como mínimo de alcance europeo. La escala en A Illa permite salvar ambos inconvenientes, el musical y el cervecero, y la singladura continúa. Olvidar un nombre es un sacrilegio imperdonable, pero la inmensa nómina de increíbles instrumentistas condena al letrista al error. Sergio Tannus, impresionante a la guitarra y al cavaquinho , y el tremendo bajo de Pepe Bao, de O'Funkillo, manejan la cabeza del personal como les da la gana. Andoni, de Cornelius, hace de las suyas y no para hasta cortarse un dedo. Se esperaba a Ariel Rot, que anoche descargaba en el propio Náutico, pero lo que puede ser puede ser, y lo que no habrá que dejarlo correr hasta mejor ocasión. Alguna de esta gente acaba de poner las corcheas sobre el pentagrama en Galicia, como Bao y su tropa en Baiona. Otros lo hacen esta noche, y hablamos de Coque Malla en la plaza de España, en Ferrol. «Conocí el Náutico hace seis o siete años y es increíble, he fallado alguna vez, pero intento venir todos los veranos», confiesa el antiguo hombre de Los Ronaldos, coreado en cada esquina tras poner banda sonora a determinada república independiente de su casa y bandera sueca. Una locura, en fin, que solo Miguel podría organizar. Él sabe que sí hay manera.