El tradicional pulpo á feira se mezcla con las modernidades de la aeronáutica

La Voz

SOCIEDAD

25 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Como en cualquier espectáculo al aire libre, los que acuden este fin de semana al aeródromo de Rozas pueden disfrutar de las actividades mientras endulzan sus paladares. En este caso, un plato tradicional de la gastronomía gallega, el pulpo á feira, sirve para llenar los estómagos de los asistentes entre los diferentes vuelos que hacen los pilotos.

Las aeronaves, que datan de muy distintas épocas, cuentan con tecnologías propias de los años setenta, desde el caso de los aviones Dromadair de extinción de incendios hasta otros aparatos más modernos y precisos, como los que llevan las avionetas de recreo que estos días cruzan las pistas. Los Dromadair sorprendieron ayer al público con un pase especial en el que rociaron agua sobre los campos próximos al aeródromo para demostrar el modo en que actúan en caso de incendio.

Por su parte, también llamó la atención del público un avión acrobático que hizo distintos giros en el aire y caídas en picado en las que la destreza del piloto hizo parecer fácil un ejercicio que requiere de meses de entrenamiento. Además de los bautismos en el aire, otra de las actividades que congregó a un amplio número de público fue el túnel de aire. Un camión situado en un extremo de la zona de embarque del aeródromo con una turbina hizo que los lucenses pudiesen vivir las sensaciones que experimenta un paracaidista en su caída libre desde 10.000 pies de altura.