Puesta a punto estival por 700 euros

SOCIEDAD

Los tiempos no están para bromas ni para desembarcar directamente en la playa. El manual del buen veraneante recomienda solario, ropa adecuada y tono físico decente

16 jul 2010 . Actualizado a las 13:42 h.

El verano del oso, aquel en el que el macho de la especie, peludo y desaliñado, se desplazaba de playa en playa arrastrando a la prole o bramando en busca de emparejamiento, es cosa del pasado. No se trata de convertirse en aceitosos italianos de cala mediterránea, pero tampoco de bajar a la arena como el padre del Piraña, con el bañador fardagüevos por todo equipamiento y el bocata de calamares aliñado con tinto y gaseosa como único cuidado corporal conocido. Hoy se impone un modelo muy diferente a la hora de saborear las vacaciones. Así que conviene prepararse mínimamente a riesgo de que a uno lo confundan con Alfredo Landa camino de Torremolinos.

Dotarse de una imagen decente es el requisito previo imprescindible del veraneante. Nada mejor para conseguirlo que ponerse en manos de profesionales. Loida Zamuz, estilista lucense afincada con éxito en A Coruña, propone una puesta a punto que incluye, en primer lugar, una limpieza de cutis y de espalda, «una parte muy importante del cuerpo que se suele descuidar». El tema resulta delicado, porque la acumulación de escamas y restos cuticulares es la principal responsable de las temidas manchas, que con el tiempo suelen ir a más. Por tanto, una semana o quince días después de este tratamiento inicial, conviene un segundo peeling corporal y facial, que habrá de repetirse al final del verano para eliminar la piel muerta. Una buena pedicura y un corte de cabello mensual contribuirán al lucimiento de palmito entre sombrillas. Concluida la experiencia, tal vez uno se mire satisfecho al espejo. Ojo con confiarse y echarse a dormir. «Lo importante -advierte Loida- no es ponerse estupendos en vacaciones, sino el mantenimiento a lo largo de todo el año».

En esto, Loida coincide punto por punto con André García Piñeiro, instructor y técnico superior en Actividades Físicas y Deportivas. Porque tampoco es cuestión de arrastrarse entre toallas lastrado por la clásica barrigola cervecera, también denominada cinturón de beicon, mientras los chavales de 17 años exhiben en el abdomen más tabletas de chocolate que la campana de Elgorriaga. La mejor recomendación para ganar tono físico es habérselo pensado antes. No hay milagros que hacer en dos semanas, ni san Abdominazer que refuerce la musculatura y reduzca en un par de días los volúmenes redondeados por tanta caña y tapeo. «La actividad física tiene que realizarse todo el año; no puede ser eso de empiezo ahora para ponerme en forma mañana». Ver resultados, perder tres kilillos y notar cierta firmeza exige un mínimo de tres meses. Para el vigoréxico neófito, André aconseja un programa de tres días a la semana, con jornadas de descanso intercaladas, combinando ejercicio aeróbico (caminar, correr, bicicleta, natación) con pesas y gimnasio para lograr algo de masa muscular. El bono trimestral sale, en el gimnasio Sport Unlimited, de Bertamiráns, por unos cien euros. Nada que ver con los 50 euros a la hora que pueden cobrar los entrenadores personales que operan en A Coruña o Vigo.

Adquirir una apariencia en condiciones requiere, en siguiente lugar, evitar ese bronceado currela que le tatúa a uno la camiseta cuando el sol ya aprieta pero la oficina no permite aún el solaz playero. Un fototipo de piel medio pide diez sesiones de solario. En el centro Siempre Sol, de Vilagarcía, que regenta Ernesto Agulló, presidente de la Asociación de Sistemas de Bronceado de Garantía, la cosa anda por los 30 euros. Indumentaria y complementos son, por último, fundamentales. En esto pueden hacerse auténticas colgaduras, como tumbarse sobre una toalla de Louis Vuitton que cuesta 305 eurazos. Así pertrechado, tras una inversión que ronda los 700 euros, puede uno descender las escaleras de Silgar sin temor a desentonar para toparse con que el día, ¡maldición!, está nublado. Cualquiera mete en nómina a Pemán. Eso, compañeiros, no tiene precio.