La casa donde se han acumulado más ordenadores que habitantes

La Voz

SOCIEDAD

05 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Los Pedreira tienen la mayor parte de sus equipos en un despacho lleno de libros. En la puerta cuelga un dibujo infantil que la más pequeña hizo para su madre. Es Estela, un personaje de Nintendo, una princesa de videojuego, una imagen del cambio de referentes. Javier, Wicho y Susana, admiten que alguna vez, en ese mismo despacho, han estado los dos juntos, conectados, espalda contra espalda, en silencio y hablándose. En el correo, o en el Facebook . Otra imagen.

En casa de los Pedreira hay más ordenadores que personas. Síntoma también de los tecnológicos, que van acumulando cacharros a medida que se van obsoletizando. Y luego están las consolas, los reproductores de música, las cámaras, el iPad ...

En realidad, la casa de Wicho es una especie de Ihome, donde la manzana de Steve Jobs ha hecho furor. Él es un profesional del asunto, responsable de sistemas de los museos coruñeses y miembro fundador de Microsiervos, una referencia en los blogs sobre ciencia y tecnología. Ella se dedica a la educación, pero su dependencia de los sistemas informáticos es algo que no esconde: «En mi trabajo, algunos se han resistido a las nuevas tecnologías, pero yo ya no podría desenvolverme sin un ordenador», sostiene.

Los niños, de 12 y 10 años, ya no entienden la consulta a una enciclopedia en la era de Google y hacen un uso normalizado, aunque restringido, de Internet y, por supuesto, de las consolas, solo permitidas durante el fin de semana. Eso no ha impedido que sean grandes lectores. «La lectura protege», dice el padre bajo una envidiable biblioteca de ciencia ficción. Sin embargo, hasta eso está cambiando, la llegada del iPad ha puesto a Wicho ante la disyuntiva de leer en papel o en la pantalla, y se está abocando a la segunda opción.

Sobre la expansión de las redes sociales, fenómeno del que participan ambos, no expresan inquietud. «Es cuestión de organizarse -dice él- y de dedicarle un poco de tiempo a cada cosa». Ella cita a unos amigos, de los que sabe todo, porque lo cuelgan constantemente en sus perfiles: «No, no llegamos aún a esos extremos -dice ella-, como un amigo que colgó hasta cuando entraba en la sala de partos».

Estos días preparan las vacaciones.

-¿Cuánto equipaje tecnológico os soléis llevar?

«Uff», contestan a dúo. Y empiezan un relatorio que ya no cabe aquí.