Dos vigueses inician en Tailandia el tramo final de su vuelta al mundo, tras cincuenta meses de navegación

SOCIEDAD

29 ene 2010 . Actualizado a las 14:20 h.

Hace más de cuatro años que partieron de Vigo con la intención de recorrer el mundo en su barco. Ahora, para los vigueses Eva Lago y François Viso llega la peor parte; la vuelta a casa. Han pasado estas Navidades y el fin de año, los últimos de su travesía, en Tailandia y desde allí arranca la última parte del viaje, que los llevará por Sri Lanka y el mar Rojo. «El paso por Somalia es ineludible para nosotros y no voy a negar que nos tiene algo inquietos ya a estas alturas», reconoce Eva.

Eva y François partieron en julio del 2005 desde el puerto de Vigo y tras cruzar el Atlántico, visitar algunas de los puntos más emblemáticos del Caribe, llegaron al océano Pacífico, por el que han recorrido 3.500 millas en los últimos meses.

Los archipiélagos de Tonga, Nueva Caledonia y las islas Fiyi dejaron impresionados a estos dos aventureros vigueses que incluso se encontraron en la pequeña isla de Tapana, en Tonga, a una pareja de españoles afincada allí desde hace 16 años y que regentan un restaurante especializado en paellas. Gracias a esta parada, Eva y Françoise pudieron comprobar que realmente la franja del cambio de fecha, que normalmente debía producirse a la altura de Fiyi, se cruza unos cuantos grados antes y oficialmente ya habían perdido un día.

Desde diciembre hasta abril le dieron a su embarcación, el Zarpas , su merecido descanso y aprovecharon la temporada de ciclones para hacer turismo a pie por Australia y Nueva Zelanda. Cuando pudieron reanudar la marcha se despidieron de los canguros y tomaron rumbo hacia Bali, Borneo y Singapur para finalizar en Malasia, lugar del que no tienen precisamente buen recuerdo. «Su clima ecuatorial extremo nos asfixió hasta tal punto que fuimos incapaces de disfrutar de nada. Fue una terrible e inexplicable sensación de cansancio e impotencia que ni siquiera en los peores días en el Amazonas habíamos experimentado. Si al clima unimos las aguas turbias, los mosquitos (hay muchísima malaria) y la falta de viento, el barco se convirtió de pronto en nuestra prisión», tal y como describe Eva.

Se sacaron este mal sabor de boca al pisar tierra en Tailandia hace unas semanas. «Todo cambió, recuperamos el aliento, el placer del baño e infinidad de fondeos de los que merece la pena disfrutar. Y, además, pudimos celebrar la llegada del año nuevo, el 2553 según el calendario de estas gentes».

Eva y François tienen previsto reincorporarse a la vida laboral después del verano y, tras cincuenta meses viajando con su barco, ya han cubierto el 80% de la ruta y notan cómo el tiempo los apremia.