Versace desviste su negocio

SOCIEDAD

La firma italiana echa a la calle a la cuarta parte de los empleados, escudada en una crisis que no tapa la mala gestión de la empresa desde el asesinato de Gianni en 1997

29 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Batacazo en la moda italiana. Versace, una de las banderas del orgullo milanés, se convierte en la penúltima víctima del lujo y echa a la calle a 350 de sus 1.360 empleados, una cuarta parte de la plantilla. «Racionalización del equipo» es el eufemismo elegido esta vez para justificar una decisión que ha caído como una bomba en el mundillo.

Y con cierta indignación, después de las últimas declaraciones de Donatella Versace, realizadas hace menos de un mes a la revista Il Sole 24 Ore : «La crisis es una gran oportunidad: ofrece más estímulos a la creatividad y nacen más ideas». Agregaba que en la actual situación económica hace falta «ofrecer estímulos» a los consumidores para que sigan comprando moda y «no reducir los costes a base de restar calidad a las prendas», lo que parecía alejar el fantasma de los despidos.

No fue así, y lo cierto es que Versace ya había dado este año síntomas preocupantes, como la retirada con el rabo entre las piernas de Japón, el mayor mercado mundial del lujo, después de cerrar las tiendas de Tokio, Osaka y Chiba (estuvieron 30 años en servicio), vendiendo la moto de que no eran especialmente representativas de la firma.

El argumento de la crisis tapa un problema bastante más profundo: la cuesta abajo de Versace desde el asesinato de Gianni en 1997, tiroteado frente a su mansión de Miami por el asesino en serie Andrew Cunanan. Donatella, hermana del modisto, tomó entonces el mando como directora creativa, pero la marca llegó con enormes altibajos hasta el 2004, año en que tuvo que someterse ya a una profunda reestructuración.

Versace pareció enderezar el rumbo gracias a la aportación del director general Giancarlo Di Risio, pero este renunció a su cargo por desacuerdos con Donatella y las cuentas volvieron a zozobrar. Tampoco ayudó que D'Addario, la prostituta de lujo de Berlusconi, tuviese la tienda de la romana Via de Corso como boutique de referencia (alguien pagaba sus onerosas facturas), pero el deterioro de la imagen de la marca ya era un hecho constatable por las ventas, en caída libre.

En general, han sido las firmas familiares italianas las que mejor han resistido la crisis. Tod's, Ermenegildo Zegna o Giorgio Armani han tenido un crecimiento equilibrado, no han comprado ni diversificado en exceso su producción en el último año y ese carácter de empresa familiar les ha permitido pedir un esfuerzo a sus empleados a la hora de fabricar.

Por el contrario, las sociedades que se han integrado en conglomerados de marcas solo han cosechado descalabros. Es el caso de IT Holding, que tiene en exclusiva la marca Gianfranco Ferré y licencias como Just Cavalli o Versace Sport, y que en febrero fue puesta bajo tutela por el Gobierno del país para evitar una quiebra segura.

Pérdidas de 30 millones

Fuentes de Versace avanzaron a Efe pérdidas de más de 30 millones de euros para este año, muy por encima de los 400.000 euros del 2008.

La crisis y el trabajo mal hecho explican este severo batacazo que entronca directamente con lo ocurrido en junio con Christian Lacroix, puesta bajo administración judicial en Francia tras declararse en suspensión de pagos, o con Escada, el mayor fabricante alemán de moda de lujo, que confirmó en agosto su insolvencia tras fracasar un plan de rescate para la empresa, que cuenta con 2.300 empleados. Sus pérdidas, 91 millones de euros.

Versace justificó el despido masivo con el objetivo de «aumentar la eficiencia y volver a crecer», que es exactamente el mensaje difundido por Lacroix antes de irse a pique.