Los muertos que cubren a los piratas

SOCIEDAD

Francisco Otero coordina el equipo de Médicos Sin Fronteras en Yemen, en el convulso golfo de Adén, donde han atendido este año a 5.000 refugiados. Otro drama olvidado

01 jun 2009 . Actualizado a las 12:19 h.

Los periódicos han llenado algunas de sus páginas más tristes con episodios que Francisco Otero ha visto en directo en los últimos 20 años. Acaba de cumplir 48. Cuando tenía 28 decidió colgar la bata de enfermero en un cómodo hospital de Ginebra y dar un giro a su vida. «Tenía curiosidad por conocer otros contextos, otras culturas, compartir conocimientos con otra gente... Con los años se había convertido en algo como una droga de la cual no puedes prescindir», relata ahora desde Saná, la capital de Yemen. Allí coordina un equipo de atención a emigrantes somalíes y etíopes.

Este país puente entre África y Asia es su undécimo destino. Antes fue Angola, donde empezó en 1989. Luego, Uganda, Perú, Indonesia, Croacia, India, Nepal, Ruanda y Níger. Con este último territorio empezó su relación con Médicos Sin Fronteras (MSF). En el resto lo hizo con Cruz Roja.

Y siempre en un entorno más que difícil. «En Madaoua, en Níger, coordiné un proyecto de malnutrición infantil, un contexto difícil a nivel afectivo porque hay una relación diaria con la muerte», recuerda. Aquello fue hace dos años. Mucho antes, a mediados de los noventa, vio una de esas atrocidades que nunca se le quitarán de la cabeza: «El sufrimiento, la muerte, Ruanda y el genocidio son cosas que nunca podré olvidar». Admite por eso que su familia lo pasa mal. «Yo creo que ellos nunca se acostumbran... Nosotros sí, y por eso muchas veces obviamos contar algunos aspectos de nuestras vidas cotidianas».

Y esa vida cotidiana en Yemen es, cuando menos, dura y atareada. El equipo que coordina comprende 60 personas entre personal local, enfermeros, médicos, traductores, conductores... Cubren 300 kilómetros de litoral para recoger a los refugiados que llegan a las costas de Yemen, prestándoles primeros auxilios, apoyo psicológico y asistencia material. «Cruzar el golfo de Adén no es fácil, los refugiados sufren malos tratos, abusos sexuales y hasta llegan a tirarlos por la borda si se mueven mucho o hacen ruido. Las condiciones en los barcos son extremas, hacinados, sin agua ni comida durante los días que están en el mar», explica Cisco -como le conocen sus amigos- con cierta serenidad.

Como escudos humanos

En los últimos meses, la crisis provocada por los asaltos piratas en esa zona ha complicado aún más el trabajo: «Con el despliegue de las fuerzas internacionales en el golfo y de guardacostas en la costa de Yemen, los barcos de refugiados son utilizados como escudos por los piratas en su busca de barcos comerciales que secuestrar». En algunas ocasiones, los traficantes -denuncia el coruñés- les obligan a desembarcar en aguas profundas. Como una gran mayoría no sabe nadar, mueren allí. Sin miramientos.

Desde enero, Cisco y sus compañeros han recogido a más de un centenar de refugiados muertos. En solo cinco meses han asistido a 5.000 exiliados. MSF España auxilió a 10.000 en el 2008, el 20% del total de los que llegan a las playas de Yemen. «Nuestra acción no solo se limita a la ayuda humanitaria, la asistencia médica o psicológica, también informamos a la comunidad internacional para que esta tragedia no se transforme en otro problema olvidado».