«Con los años te das cuenta de que estás más lejos de tu gente, tienes la impresión de que no entienden esto»

La Voz

SOCIEDAD

31 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Francisco emigró de chaval a Suiza. Ha pasado casi toda su vida allí. Aunque los últimos años han sido un carrusel de destinos, ese trabajo que define casi como una droga, por la dependencia que genera. «Y eso tiene un precio, con los años te das cuenta de que cada vez estas más lejos de tus raíces, de tu gente, tienes la impresión de que no te comprenden». Sin hablar de la vida privada: «Para la mayor parte de la gente que trabajamos en este mundo es un desastre». Por eso, hace casi diez años decidió reorientar su trabajo como cooperante, «dejarme querer y querer a alguien para construir algo juntos y a largo plazo». Lo ha ido consiguiendo con estancias más cortas.

Aun con ese inconveniente, cree de hecho que la suya es una experiencia «recomendable a todo el mundo». «El gusanillo nunca se va, por eso estoy otra vez en misión».

Su primera actividad en el exterior fue en Angola a finales de los ochenta, como enfermero en dos zonas diferentes. Lo siguiente, Uganda, visitando a presos políticos. El proyecto actual en Yemen se asienta en Ahwar, un pueblo situado en la costa del golfo de Adén, al sur de la península Arábiga. Su trabajo, además de la atención directa a los refugiados, se reparte en el apoyo al servicio de urgencias del hospital de Ahwar, con personal medico de Médicos Sin Fronteras, medicamentos y evacuaciones médicas hacia otros centros de referencia.

Parecería difícil ver la cara en ese contexto. Pero Cisco la encuentra en «las sonrisas de la gente, la amabilidad, la humildad». Los peores momentos, «las despedidas y saber que seguramente a esa gente no la volverás a ver nunca más».