Ramos al sol, ya es Semana Santa

SOCIEDAD

Las procesiones de La Borriquita se sucedieron por toda la comunidad, mientras la del Ecce-Homo, en Viveiro, salió sin flores en señal de austeridad por la crisis

06 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Galicia ya vive la Semana Santa. Tras el preludio de algún acto puntual en los últimos días, las procesiones del Domingo de Ramos fueron el pistoletazo de salida ayer por la mañana. Fue el caso de Viveiro, donde desde primeras horas se respiraba el ambiente y la solemnidad de estas fechas señaladas. La animación en las calles y los niños estrenando ropa mientras lucían las ramas de palma camino de la iglesia de San Francisco hablaban de un día diferente.

Tras ellos desfilaban los padres, enarbolando con orgullo las puntas de laurel. Unos, palmas; otros, laurel, como manda la tradición. Y en Viveiro manda mucho. No en vano es uno de los motivos que, con el valor artístico de los pasos, justificaron que en 1988 su Semana Santa fuese declarada de interés turístico nacional.

Ayer fue un día de fiesta y el sol se sumó para dar lustre a la celebración. La mañana fue espléndida, con las palmas lanzando destellos y reflejos por las calles angostas, acompañando a la procesión de La Borriquita (José Rivas, 1948). Jesús hizo su entrada triunfal, en ese caso desde la iglesia de Santa María hasta la plaza mayor, donde los ramos fueron alzados al cielo para la bendición. Así llegó el sermón del párroco, quien desde el balcón de una casa blandió el hisopo, esparció el agua bendita y en varias ocasiones insistió a los que abarrotaban la escena: «Ahora no se vayan, que hay que ir a misa». La comitiva siguió así camino de la iglesia.

La tradición de la Semana Santa viveirense data del siglo XIII. La localidad se vuelca estos días para que todo resulte perfecto y nada falle. Y los visitantes, que se cuentan por miles, lo agradecen. Es un fenómeno social que supera el mero ámbito religioso, y cada viveirense, porque es algo que ha vivido desde niño, tiene su devoción particular, ese acto, ya sea procesión, bendición del trono o misa, al que nunca falta.

Coronación de Espinas

Ayer había un motivo más. La procesión de la tarde, del Ecce-Homo de los franceses, imagen del siglo XV a la que se atribuye el milagro de haber salvado a Viveiro de la invasión de las tropas napoleónicas. De ello se cumplían ayer 200 años. Con esta figura también desfilaron la Coronación de Espinas -que está siendo restaurada-, el Cristo de la Cruz y la Virgen de la Soledad, del siglo XV.

En la procesión muchos lucían escapulario y cordón, como mandan los cánones, y en los comentarios no faltaban alusiones a la decisión de la Venerable Orden Tercera Franciscana de eliminar las flores que deberían adornar los pasos, en solidaridad por la precaria situación económica de muchas familias. Era la austeridad y sencillez que -decían- pregonó Francisco de Asís.

Pasadas las ocho de la tarde los cuatro pasos fueron sacados a la calle y dispuestos los actores, tres bandas incluidas. Lucían los estandartes de las hermandades, los penitentes con sus capirotes, los cirios y mantillas de luto. Sonó una corneta y la procesión inició su cansino balanceo. La noche cayó sobre Viveiro, rota por el ruido de los tambores.