«Creo que los chimpancés salvajes deben hacerlo incluso mejor ya que dependen de ello para su supervivencia diaria y el entorno de un zoológico es mucho menos complejo que el de un bosque», señala.
Este tipo de comportamientos «deben observarse cada día en la naturaleza», añadió y dijo a Efe que espera que al conocerse el caso de Santino mucha gente se decida a contar experiencias similares con animales.
Mientras tanto, Santino sigue esperando con su arsenal de piedras a los incautos visitantes del zoo de Furuvik, en Gävle, una ciudad a unos 170 kilómetros al norte de la capital de Suecia.