De cara ante el sida que cerca Zambia

SOCIEDAD

En su cuarto destino en África, Emilio Cuadrado atiende la logística de proyectos de Médicos Sin Fronteras contra un plaga de difícil freno. Él no pierde la esperanza

24 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Hay números que espantan, pero que conviene refrescar. En Zambia «la esperanza de vida ha bajado de 60 a 40 años aproximadamente, y como resultado se estima que hay más de un millón de huérfanos en el país». Palabra de Emilio Cuadrado, que hoy ve esa tragedia a diario desde ese país del corazón de África. Detrás de esos números, de esos miles de personas, de 60.000 muertos al año, está el sida, el VIH. «Y las consecuencias sociales y económicas han sido y serán muy graves», sentencia. Hay para atender esa tragedia unos 12 médicos por cada 100.000 habitantes. En España, donde la prevalencia del sida es de 0,6 casos por cada 100 habitantes, se dispone de 300 galenos. Son esos números que revelan las diferencias Norte-Sur.

Llegó hace apenas dos meses Emilio a África. Mejor dicho, regresó. Zambia es su sexta visita al continente como cooperante. Antes, Angola -tres veces, entre 1999 y 2001-, la República Centroafricana y la República Democrática del Congo, a inicios de año, con programas de atención sanitaria primaria y atención a desplazados por conflictos. Por el medio, una estancia en Ecuador atendiendo, entre otros planes, a víctimas de las acciones de las guerrillas en la frontera con Colombia.

Es ya un trotamundos veterano -llegó a la cooperación en el exterior con 40 años- en el decenio que lleva vinculado a Médicos Sin Fronteras (MSF). Aunque lo suyo no es lo sanitario. «Mi trabajo se desarrolla entre las visitas a los proyectos para dar apoyo a los logistas para organizar la parte de las actividades sanitarias, el transporte, la comunicación, la energía, la cadena de frío para los medicamentos...».

Garantizar esos servicios es uno de sus retos. El problema, el de siempre: «Lo peor es la desproporción entre las necesidades que intentamos cubrir y los medios de que disponemos». Hay más problemas, como la seguridad del personal y de los equipos.

La cara ante la cruz

A cambio, «muchísimas satisfacciones», dice. Recuerda pasajes como un centro de salud construido o mejorado «y verlo lleno de pacientes que reciben una atención adecuada», la mejora en los indicadores de salud tras un tiempo de trabajo y «a nivel personal ver en primera línea cómo es el mundo mas allá de nuestra vida en Galicia».

Cumple así esa idea con la que decidió embarcarse en la cooperación: «Fundamentalmente, por poder aportar algo con mi trabajo y colaborar en vivo con una oenegé». Y no le falta quehacer en un poco conocido país en el que hace 40 años abrieron camino algunos misioneros. El programa de atención y prevención del sida, con especial énfasis en evitar la transmisión madre-hijo, se reparte entre un hospital de referencia y doce centros rurales. A la vez, prepara MSF un programa de prevención ante emergencias humanitarias, incontables en África.

Esas desesperantes cifras del comienzo no lo desmotivan. Será al contrario. «La movilización de las personas viviendo con VIH es loable, así como la involucración de las comunidades, lo que, conjuntamente con la disponibilidad de antirretrovirales genéricos a precios más asequibles [una de las grandes batallas de MSF], nos hacen tener esperanza».