La mitad de los adolescentes que beben se emborracha cinco veces al año

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SOCIEDAD

Casi un 90% de los menores españoles confirma que en sus casas se bebe alcohol habitualmente.

01 oct 2008 . Actualizado a las 12:36 h.

Alcohol y adolescencia siguen constituyendo un binomio de alto riesgo. Los menores españoles comienzan a beber poco después de los 13 años y lo hacen de forma asidua entre los 14 y los 16.

Tienen un acceso al alcohol relativamente fácil y cercano. Tanto, que 89 de cada 100 adolescentes declara que en sus casas se bebe alcohol de forma «habitual» (48%) u «ocasional» (41%). Hasta un 53% de los adolescentes españoles que consume alcohol se emborracha cinco veces al año y un 7% lo hace casi todas las semanas. Un 33% lo hace «entre 5 y 30 veces al año», mientras que un 8% admite que emborracharse «entre 30 y 50 veces», lo que supone hacer prácticamente cada quince días. Unos abusos que en el 90 % de los casos se concentra durante el fin de semana o los días festivos.

Casi la mitad los adolescentes (47%) asegura que sus padres «saben» que consumen alcohol, mientras que apenas un 20% dice que su padres «no son conscientes» de su consumo de bebidas alcohólicas.

Son sólo algunos datos del estudio '¿Por qué beben? Adolescentes y alcohol: claves para comprender a tus hijos', un trabajo que ampara la fundación Alcohol y Sociedad y del que es autor Francesc Xavier Altarriba, sociólogo, neurocientífico. El estudio ha seguido a 23.000 adolescentes de entre 12 y 18 años durante cuatro años.

Altarriba plantea que «la batalla contra el alcohol se ha de librar desde la infancia» y asegura que «si no se trasmiten en la infancia valores y hábitos saludables, será más que probable perderla en la adolescencia». Para plantar cara al consumo precoz de alcohol propone recuperar la cultura del «no» y del «castigo responsable» frente a posturas de permisividad absoluta de los padres.

Altarriba examina los hábitos de consumo de unos chicos y chicas -cada vez más éstas- que beben «para intentar separar el divertimento de la obligación, y que por eso concentran el consumo los fines de semana; que tratan de vivir el ocio a tope, desinhibidos para ligar y relacionarse venciendo la vergüenza, y que quieren sentirse aceptados por el grupo». Una búsqueda de aceptación «que convierte en líder al antihéroe, al más fracasado y al de comportamiento más osado, que es el que marca la pauta.

Tanto, que vemos como en algunso casos el estudioso decide suspender para no ser tenido por empollón» explica Altarriba.

Adultos infantiles

Asegura el sociólogo que «la pubertad se ha adelantado a los 12 ó13 años y la adolescencia se prolonga hasta los 20 ó 22», de modo que «estamos ante unos jóvenes con mentes infantiles en cuerpos adultos» Unos jóvenes que además pertenecen a generaciones que él define como «niños de azúcar o de algodón» en cuya educación «ha estado prohibido el no, que pasan mucho tiempo solos y que se socializan con máquinas como consolas, ordenadores y televisores».

Una ausencia de noes y de límites que tendría consecuencias sobre el consumo precoz de alcohol. ((Se deben establecer esos límites desde la infancia e instaurar la cultura del no» insiste Altarriba.

A su juicio, la ausencia de límites se debe «a que los padres no quiere tensión y los profesores tienen las manos atadas». Propone «sacar el concepto de castigo del baúl; un castigo que no tiene que ser violento o cruel, pero que haga comprender que el esfuerzo tiene premio y las malas prácticas castigo, de modo que los padres puedan frenar los excesos». «Los maestros han perdido la autoridad y corren el riesgo de ser acusados de dificultar la dignidad de los alumnos y eso es hipócrita» agrega este experto.

Explica que los problemas con la bebida «siempre se asocian a otros problemas que se instrumentalizan con el alcohol», de modo que «cuando no podemos cambiar la realidad, cambiamos su percepción a través del alcohol, algo que es un comportamiento meramente adolescente».

Impresión de muerte

Prevenir es más fácil que curar. El sociólogo Altarriba comparte este aserto popular y sabe que es más fácil la prevención que alejar del consumo del alcohol «a un adolescente que está ya instalado en un pauta de consumo». Con todo, llama la atención los expeditivos métodos que propugna para atajar las conductas de riesgo con el alcohol. «Si un adolescente que descontrola con el alcohol viera la autopsia de otro adolescente muerto por su consumo, está claro que se impresionaría mucho» plantea.

Sabe Altarriba que no su postura «no es lo que se llama políticamente correcta» pero asegura que es efectivo «ejercer un impacto que vaya más allá de lo que se ha dicho mil veces» Cree el sociólogo que «impresionar» a un adolescente con una experiencia tan dura como inusual, junto a una información veraz sobre las consecuencias del abuso del alcohol, es un modo «efectivo» de concienciarlo.