Enrique Ponce se quitó la espinita de la Peregrina pasada

Mercedes Escauriaza

SOCIEDAD

04 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Enrique Ponce y la plaza de Pontevedra siempre se han entendido. Pero esa buena racha en el coso pontevedrés se rompió en la Peregrina del 2007, en una tarde aciaga. Y ayer el de Chiva se quitó la espina.

Cortó dos orejas -una en cada faena- y abrió para él solo la puerta grande. Manuel Jesús, El Cid , y el francés Sebastián Castella, que el sábado estuvo memorable, se tuvieron que conformar con un único apéndice.

Los toros de Alcurrucén, la ganadería de los hermanos Lozano -propietarios de la plaza de Pontevedra- no ayudaron. Faltos de brío y despistados, restaron brillo a la faena del Cid y Castella. Quien sí ayudó, sin embargo, fue la presidencia, quizá sensibilizada por la gran pitada que se llevó en la primera de feria, que fue más generosa a la hora de conceder triunfos. Pero para pitada, con un «por qué no te callas» incluido, la que el respetable le brindó a una aficionada por gritar a Ponce «¡Por tu hija, Enrique!», en el momento de entrar a matar. Posiblemente le hurtó el tercer apéndice.

José Tomás aprovechó ayer su estancia en Pontevedra para visitar al torilero que fue corneado en la plaza.