El maltrato a los caballos salvajes se mantiene en Pontevedra pese a las denuncias de los ecologistas

SOCIEDAD

24 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La oleada de incendios forestales de agosto del 2006 desveló la existencia de una práctica muy común entre los propietarios de ganado equino mostrenco: el control de los ejemplares que pastan libres en los montes gracias a la colocación de un cepo en sus patas que dificulta cualquier movimiento. Esta forma de limitar su movilidad no solo constituye un maltrato penado por la Ley de Protección dos Animais Domésticos e Salvaxes en Cautividade de Galicia. Fue, también, la causa de la muerte de decenas de ejemplares que, cercados por el fuego, eran incapaces de huir ante la llegada de las llamas. Aunque ciudadanos en general y grupos ecologistas en particular presentaron docenas de denuncias, lo cierto es que esta manera de actuar sigue siendo común en los montes de Pontevedra.

El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil reconoce, en su respuesta a una denuncia centrada en el monte Xiabre que presentó hace dos semanas una vecina de Vilagarcía, las dificultades que entraña atajar este maltrato. La razón: la actual legislación no marca la obligación de identificar a caballos y vacas mostrencos con ninguna clase de marca, por lo que, en la práctica, resulta imposible localizar a sus propietarios y presuntos responsables de estos hechos. La Consellería de Medio Rural trabaja, precisamente, en la redacción de un decreto que exija a este tipo de ganado los mismos requisitos vigentes para los animales de granja. La tarea tiene sus dificultades. Para empezar, no existe un solo registro oficial y nadie es capaz de precisar el número de caballos que habitan los montes gallegos.