La crisis de los 40 es universal

Imanol Allende

SOCIEDAD

Un estudio elaborado por la británica Warwick University y el Dartmouth College de Estados Unidos concluye que la trayectoria vital dibuja una U en la que los períodos más felices se registran en ambos extremos: de la infancia a la juventud y en la vejez

09 feb 2008 . Actualizado a las 21:18 h.

Usted no es el único que cree que a su vida le faltan alicientes, que tiene la sensación de ser un don nadie, o que considera que le engañaron cuando le advirtieron de que a los 40 o 50 la madurez era la edad dorada... A los 40 tiene la sensación de haber alcanzado un altiplano desde el que divisa la descomposición física y un puñado de frustraciones. No le dé más vueltas, es la depresión de los 40-50 y no es el único que la sufre.

Según el informe elaborado por la británica Warwick University y el Dartmouth College de Estados Unidos, y tras entrevistar a más de dos millones de personas de 80 países del mundo -desde Azerbaiyán a Zimbabue-, resulta que los cuarentones y cincuentones son los maduros más infelices.

El estudio, dirigido por los economistas Andrew Oswald y David Blanchflower, ha sido publicado en la revista Social Science &Medicine y señala que la felicidad humana forma una U, con los dos extremos como momentos de mayor felicidad: la juventud y la vejez, y una curva intermedia de frustraciones y depresiones. Esa U se repite en todos los países del mundo.

Un modelo con variantes

No obstante, existen variaciones, según la edad; por ejemplo, entre los varones británicos el punto de mayor infelicidad se produce a los 44 años, y en los de Estados Unidos, al cumplir los 50. Y entre las mujeres, la infelicidad casi siempre hace estragos a los 40.

Hasta ahora se creía que los estados anímicos apenas variaban con la edad y que se mantenían constantes a partir de cierta edad: «Que el mismo modelo de U con respecto a la felicidad y la depresión sea una constante en todo el mundo es asombroso y no tiene una explicación única -indica Oswald-; sin embargo, existe la posibilidad de que los individuos aprendamos a adaptarnos a nuestras fortalezas y debilidades, de modo que cuando alcanzamos los 40 o 50 nos vemos obligados a desechar aspiraciones que nunca podremos alcanzar», con la consiguiente depresión.

¿Por ejemplo? Pues haber aspirado a ser como Flabio Briatore o Nacho Vidal; de modo que es lógico que, ya maduritos, frustrada esa posibilidad y con el descalabro físico aporreando a la puerta, haya quienes caigan en la depresión.

Muchos la combaten viviendo una ridícula segunda juventud -más bien adolescencia- y otros mandando a paseo a todo el mundo -incluida la esposa- y echándose una novia veinte años más joven y viviendo a todo trapo, hasta donde lleguen el físico y el bolsillo.

Los autores del informe también señalan que el efecto del modelo U es intrínseco a la naturaleza humana; es decir, la depresión de los 40-50 no está causada por factores externos, tales como tener niños pequeños en casa, divorcios o cambios laborales o de ingresos.

Oswald y Blanchflower razonan que el resurgimiento de la felicidad al llegar la vejez -tras sobrevivir a la edad media- se debería a que «nos comparamos con los de nuestra quinta y al comprobar que los de tu generación van desapareciendo, el sesentón o setentón valora de una manera más positiva y optimista cada día que vive». Conclusión esta que a más de uno le parecerá que es la propia de un par de cuarentones deprimidos?