El gordo deja más de 64 millones en Galicia, la tercera comunidad más afortunada

La Voz

SOCIEDAD

El premio supone menos de la mitad de lo invertido por los gallegos en el sorteo. El primer premio de la lotería de Navidad tocó en el número 06381 y fue uno de los más repartidos de la historia.

23 dic 2007 . Actualizado a las 19:15 h.

La suerte tuvo este año un detalle con Galicia. No hubo tormenta de billetes como en el 2003, cuando en Rianxo cayeron 120 millones de euros y los concesionarios de coches hicieron su agosto en diciembre, pero llovió bastante. Fueron más de 64 millones de euros, menos de la mitad de lo que se gastaron los gallegos, un total de 159,714 millones, en el sorteo más popular del año. Galicia fue, después de Asturias y Cataluña, la comunidad más agraciada.

De camino al Principado, donde se vendieron 118 series del 06381, el gordo al que todos quieren invitar por Navidad, la diosa Fortuna hizo una parada en Carballo. Allí, donde la industria conservera manda, tomó unas cañas y dejó 15 series que repartieron 45 millones de euros entre los habituales del bar Arco Iris, frecuentado por trabajadores de la construcción, y los clientes de la administración número 3.

La ventanilla pertenece a Meiga Gallega, el mismo colectivo al que está asociado el establecimiento que repartió otra serie del gordo en Santiago. Por primera vez en la historia del sorteo, la Fortuna hizo un guiño al Apóstol y esparció tres millones de euros entre los clientes de la administración de la Rúa do Vilar. Pero el dinero parece haber pasado de puntillas por la ciudad porque ayer nadie ponía nombre a los afortunados. Los mejores clientes de ese local, que agotó el número ya en verano, son los turistas esperanzados con que Santiago les conceda algo más que el perdón de sus pecados.

Muy repartido

Pero el azar, que el año pasado dejó de lado a Galicia, no quiso concentrarse en un único lugar y, aunque el grueso del 06381 se vendió en Nava, Avilés y Llanes, el primer premio, que salió del bombo a las 10.46 horas, fue a parar a dieciocho ciudades de diez comunidades diferentes. Incluso Loterías se ha quedado con 48 millones de euros de ese número.

La lluvia de millones que cayó en la comunidad y que acabó provocando más de una inundación de alcohol, tampoco se concentró en una provincia. La fortuna hizo penitencia y dejó nueve millones de euros en el barrio vigués de O Calvario. Una sucursal de Caixanova distribuyó desde allí el 57050 íntegro, un número dotado con el quinto premio.

Y hubo más quintos. El 30504 tocó en Lugo, donde dejó 700.000 euros, y también lo hizo en Arzúa y Oza dos Ríos, villas en que vieron 50.000 euros cada una. Un pequeño pellizco también cayó en Oleiros, donde otro quinto, el 05919, dejó otros 50.000 euros. Más abundante fue el que se distribuyó en Sanxenxo, quince series del 53238, que dejaron 750.000 euros. Luego tocaron aproximaciones. El 06382, un flaco disfrazado de gordo, dejó en A Coruña un total de 3,8 millones de euros. Y es que el número, expedido en El Filón de Oro, también fue premiado con la pedrea.

En Xove corrió el champán ya de mañana, igual que ocurrió en Carballo, donde más de uno acabó en cueros por la calle. El 55470, el posterior al segundo premio, dejó en esta localidad de A Mariña 750.000 euros. A solo veintiocho kilómetros, los focenses, entre pedreas, últimos y otros premios vieron caer del cielo de repente dos millones de euros. Más modesto fue el premio que cayó en Ribeira, allí el 30914 dejó 14.000 euros.

La ruleta no se detuvo en Ourense, donde sus vecinos nunca han sentido ese escalofrío en la piel que uno nota cuando le toca el gordo. En compensación ayer el euromillones dejó 59.610 euros a un vecino de Bande que acertó cinco números. Pero la ciudad de As Burgas cumple las reglas de la probabilidad. Es la cuarta comunidad, tras Ceuta, Melilla y Baleares, en la que menos se juega. Este año cada ourensano gastó 41 euros en décimos o participaciones, solo dos euros más que el año anterior.

La fortuna tampoco se olvidó de la gente que vive en la diáspora. Y en un bar de emigrantes, en el mercado de Sant Antoni en Barcelona, un gallego de Lugo que vive en la ciudad condal desde hace unos treinta años repartió entre sus clientes 30 millones de euros.