Europa construye a toda marcha un Espacio de Educación Superior que permita el trasvase fluido de estudiantes, profesores y personal para dar respuesta a los retos de un mundo y una economía globales. España es un país de acogida de inmigrantes y este flujo ha atraído no solo a trabajadores no cualificados, sino a universitarios y profesionales en busca de mejores oportunidades. En el último decenio, el número de solicitudes de homologación de títulos superiores extranjeros se ha cuadruplicado -este año se calculan 25.000 nuevas peticiones- y la maquinaria administrativa del Ministerio de Educación apenas da abasto. El 75% de las solicitudes son de ciudadanos latinoamericanos.
La ministra Mercedes Cabrera acudió ayer a la Comisión de Educación del Senado a explicar el proceso de transformación en el que está inmersa la universidad española, el llamado Proceso de Bolonia y la construcción para el 2010 de un Espacio Europeo de Educación Superior.
El texto del decreto de nuevas titulaciones se somete ahora al análisis del Consejo de Estado, y el Gobierno espera disponer de él dentro de dos semanas, dijo Cabrera. Con el decreto nacerá un sistema de titulaciones radicalmente distinto al actual, más flexible, y que permitirá a cada universidad decidir qué títulos quiere impartir y diseñar sus planes de estudio.
La medida unificada para el cómputo de estudios será el crédito europeo o crédito ECTS, que permitirá reconocerlos y homologarlos entre universidades y países, y será aplicable también a FP de grado superior y enseñanzas artísticas superiores.
Las enseñanzas universitarias se organizarán en tres ciclos: grado (equivalente a las actuales licenciaturas), máster y doctorado. El grado tendrá una duración general de cuatro años, es decir, se podrá obtener a los 22 años, tras superar 240 créditos. El máster serán cursos oficiales de formación especializada, y el doctorado tendrá una vertiente investigadora.
Además de una mayor autonomía universitaria, el Espacio Europeo de Educación Superior apela también a la suficiencia financiera de las universidades, a las que insta a diversificar sus fuentes de financiación.
El paso al nuevo sistema será flexible y paulatino, pero Cabrera recalcó que España ha «cumplido en su mayor parte» los compromisos de Bolonia.