El futuro de la cocina: hacer una foto a un plato y comérsela

Paloma Abejón LA VOZ | MADRID

SOCIEDAD

Hoy se clausura la feria Madrid Fusión, en la que durante tres días cocineros de todo el mundo han presentado menús sorprendentes, caramelos de aceite y hasta bombones de agua

18 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Lo último en cocina roza casi la ciencia ficción. Ayer, en la feria gastronómica Madrid Fusión el cocinero estadounidense Homaro Cantu rizó el rizo y sorprendió a casi todos ofreciendo a los comensales no un plato, sino la fotografía de éste. Se trata de cocinar un plato, de hacerle después una fotografía e imprimirla en un papel especial con sabor, que es lo que finalmente se come. Aunque es difícil de describir, quienes ayer lo probaron lo definieron como algo parecido a comerse una oblea pero no dulce, sino con el sabor a la comida en cuestión. Lo que nadie fue capaz de aclarar ayer en la feria es si la fotografía del plato engorda menos que la propia comida, porque si es así ya pueden echarse a temblar los creadores de los productos light. Pero los estadounidenses no están siendo los únicos que sorprenden en esta cuarta edición de la feria internacional de gastronomía de Madrid. Chefs catalanes como Joan y Jordi Roca, del restaurante Can Roca, de Gerona, dejaron a más de uno con la boca abierta tras presentar sus ostras Mar y Tierra. Con un artilugio que daba a la cocina todo el aspecto de un laboratorio científico, los hermanos Roca destilaron en vivo y en directo tierra con trufa y rociaron después las ostras. El resultado: ostra con sabor a yodo y trufa. Hoy finaliza el encuentro gastronómico, y lo hará después de tres días en los que se han podido ver menús y productos de todo tipo. Por la capital han desfilado exhibiciones que van desde un caramelo de aceite de oliva que Ferran Adrià ha conseguido gracias a dos derivados de la sacarina hasta bombones de agua, ahumados o a la plancha, obra de los pasteleros asturianos Miguel Sierra y Julio Blanco. La cumbre ya prometía desde el primer día, cuando una demostración del cocinero Jordi Herrera presentó una parrilla de púas conectada a unas sondas de vapor que permitía hacer la carne al punto y con sabor a lo que sea, incluido a regaliz, en cuestión de segundos. Los mejores cocineros del mundo se han dado cita y han aprendido unos de otros desde a hacer bocadillos de autor a base de caviar y combinaciones imposibles hasta todos los secretos sobre el garbanzo, que fue el protagonista de una conferencia monográfica de Carlos Cidón. Por si no lo saben, esta humilde legumbre debe ponerse a remojo con el agua a 60 grados y cocerse en un caldo con un veinte por ciento de grasa.