Fiebre galáctica mundial

Alba Díaz-Pachín

SOCIEDAD

CHRIS PIZZELLO

27 may 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

No me puedo resistir. Lo reconozco, yo también soy fan de Star wars. Me sigo riendo con los chistes de Han Solo (al que a pesar de los años veo guapísimo), adoro la miradita de cordero degollado de Luke Skywalker, me enternece la fidelidad de R2D2 y aunque en las tres últimas películas me pierdo por momentos, he descubierto una admiración morbosa hacia Darth Vader (sobre todo cuando era Anakin-Hayden ) y, si me apuran, hacia el Emperador tan malísimo. Pero por lo que se ve no soy la única. Ahí está un empleado de una gasolinera en la ciudad filipina de Baguio vestido de Darth Vader. Portador de la manguera de luz, este émulo de jedi reparte fuerza a los conductores que paran en su estación y no sólo otorga el poder, sino la verdad, porque de paso les limpia el parabrisas y así pueden ver la realidad que se les echa encima. ¡No me digan que no es poético su traje! ¿Y qué me dicen de Brad Pitt ? El chico quiere explotar su lado intelectual, y eso que el físico le mejora día a día. Pero tal vez harto de ser considerado sólo guapo -no se imagina lo duro que puede ser- el actor dará el salto a la arquitectura y lo hará por la puerta grande, de la mano de Frank Gehry, nada menos. Ambos se conocieron en el 2001 y enseguida se hicieron amigos, tanto que Pitt comenzó a trabajar de aprendiz en el estudio del padre del Guggenheim bilbaíno. Ahora se dedicará de lleno a un polémico y novedoso proyecto: el desarrollo del malecón en la ciudad costera de Hove, cerca de Brighton (sur de Inglaterra). Al menos eso ha publicado el británico The Guardian, que recuerda que Pitt, estudió periodismo antes de ser actor y ahora, ya en la cumbre, volvió a las aulas para aprender diseño. Él se encargará de diseñar un restaurante, así como un lujoso apartamento en el último piso de un edificio que se levantará en el paseo marítimo de Hove. Carlos de Inglaterra, un gran jardinero El príncipe de Gales recibió ayer elogios de los integrantes de una sociedad hortícola dedicada a fines benéficos que recorrieron el jardín de su residencia de Highgrove House, en Gloucesgtershire. La llamada National Garden Scheme -cuyos halagos no están condicionados a pesar de ser Carlos uno de sus patrocinadores- elogió el buen estado de sus hostas, plantas de origen asiático tan populares como atractivas para las babosas hambrientas. Es tal el mérito del heredero a la corona británica, que él mismo ha bromeado con el detalle: «Espero que se hayan dado cuenta de que es posible tener hostas sin agujeros», dijo. Después de una anécdota tan divertida como la anterior -no me puedo creer que este Carlos sea el mismo de las charlas hot con Camilla - les cuento la última ocurrencia de Julio Iglesias . El cantante asegura no saber si verdaderamente dejó de vivir en España, pese a residir oficialmente en Estados Unidos desde que tiene 39 años y poseer allí casa, empresas y negocios. Para él las cosas no son tan sencillas: «Llegué demasiado tarde a Estados Unidos para cambiar de nacionalidad y desde siempre todos los que trabajan para mí son españoles». Tan español es, se siente y se proclama, que dijo a un periodista de Le Figaro que para su nuevo disco trabajó con un entrenador para tener menos acento español que en otros trabajos. Ya ven, 79 discos y ahora recuerda que tiene un deje español que le afea las canciones en inglés. Por cierto, Julio vendió su avión y ahora viaja «como todo el mundo».