Más de 12 millones de personas en el mundo son tratadas como esclavas

Elisa García MADRID

SOCIEDAD

En España y el resto de países industrializados, la explotación se centra en la inmigración Los abusos en el primer mundo se dan en la prostitución, el servicio doméstico y el campo

11 may 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

En contra de lo que recogen los tratados internacionales la esclavitud no está abolida. En los comienzos del Siglo XXI existen 12,3 millones de personas en el mundo que son víctimas del trabajo forzoso y que generan 31.600 millones de dólares de beneficio anual a intermediarios, empresas y multinacionales, según un informe inédito de la Organización Internacional del Trabajo. Pero la explotación laboral no sólo se registra en los países subdesarrollados o en vías de transición. También los Estados industrializados tienen esclavos. Así, en Europa se detecta un tráfico ilegal de mano de obra, destinado en sus dos terceras partes al abuso sexual; el resto se reparte entre el entorno doméstico y agrícola y en tareas clandestinas. España forma parte de este grupo. Los responsables de la OIT explicaron que por trabajo forzoso, la esclavitud actual, se entiende todo servicio involuntario realizado bajo la amenaza de una sanción, que puede encerrar desde la violencia física a formas sutiles de chantaje. María Paz Vega, coordinadora del informe presentado, titulado Una alianza global contra el trabajo forzoso, resaltó que la inmensa mayoría de los explotados muere a consecuencia de la esclavitud padecida. Son personas utilizadas como «un bien de consumo que se deja a su propia perdición» y «cuando no son útiles se abandonan». Las víctimas tienen miedo, no saben leer ni escribir, viven aisladas y presentan problemas para comunicarse. «En definitiva, son las castas en Asia, los indígenas en América Latina, y los inmigrantes en el mundo industrializado». Comercio sexual En los países en vía de desarrollo la mayor explotación se da en la minería y en el servicio doméstico. En los Estados más ricos, los trabajadores forzosos son, en líneas generales, los inmigrantes, sometidos en multitud de casos al comercio sexual. En este grupo, aparece una explotación muy concreta, descubierta en Estados Unidos, Francia y Reino Unido, vinculada a los presos que son obligados a desempeñar labores que no desean realizar. Asimismo, algunas de las actividades forzosas son remuneradas, pero dentro de un complejo sistema que permite que el cobro del servicio aumente la deuda del trabajador. Para la representante de la OIT, la solución de esta tragedia pasa por la unión de los gobiernos y de la sociedad entera. «Es preciso establecer leyes y normas de lucha contra la impunidad de los explotadores y fijar sanciones nacionales e internacionales», dijo. Igualmente, considera imprescindible la denuncia pública de las compañías que utilizan estos métodos. «La explotación suele responder a una cadena de explotadores, que termina en una multinacional. Deberían darse los nombres de las empresas para adoptar medidas contra ellas», planteó Reconoció que con las leyes no será suficiente. En su opinión, se aprecia en los gobiernos «buena voluntad y, sobre todo, una mayor conciencia sobre la tragedia existente». Otra medida de ayuda serían «los certificados positivos», o sea, los sellos que llevan los productos cuya fabricación respeta los derechos fundamentales de libertad, dignidad, abolición del trabajo infantil, e igualdad.