Arte e industria

SOCIEDAD

30 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

LA NOCHE del cine fue una vez más la noche de la ilusión, de la belleza, del deslumbramiento. La fiesta del cine nos pone en la cara una sonrisa tonta porque compartimos, por intermediación de la tele, momentos de emoción con las estrellas, aunque sean las nuestras, brillantes pero menos que las de primera magnitud, las de la constelación Hollywood. El cine español ha perdido durante el año pasado algo de cuota con respecto a la gran competidora y acaparadora norteamericana, que también es, todo hay que decirlo, la cinematografía maestra desde que se inventó la linterna mágica. Y probablemente ha perdido en las taquillas porque se ha quedado prioritariamente con el concepto del cine como arte y obra de autor, y no como industria. Las salas tienen hoy una clientela muy juvenil, que entre una fina introspección como la de Mar Adentro tal vez prefiere optar por alguna astracanada americana de ínfima calidad pero de mejor llevar. Que me perdone la crítica especializada, pero se echan de menos películas como Airbag o Mortadelo y Filemón, cine comercial con producción a lo grande y pocas aspiraciones de trascendencia. Tenemos fantásticos guionistas para hacer comedia: no hay más que ver las arrasadoras series de televisión de ahora mismo. Tenemos épica a raudales para hacer cine de género y acción, pero «lo comercial» no es lo nuestro. No habrá que quejarse, después, si la taquilla se la llevan otros.