Es la primera vez que se asocia la pedofilia a una anomalía cerebral El tumor se desarrolló en el lóbulo derecho del cerebro, el responsable de la conducta
21 oct 2002 . Actualizado a las 07:00 h.
El protagonista de esta historia era una persona normal, como cualquier otra. Cuarentón anodino, maestro de escuela, felizmente casado y apreciado en la comunidad donde vivía. Nada en él haría sospechar que su vida se vería perdida por una obsesión, por una perversión sexual que se desarrollaba lentamente en su cerebro, hasta que explotó. Repentinamente, el aburrido profesor comenzó a visitar en secreto páginas de pornografía infantil en Internet, a frecuentar prostitutas en salones de masaje y a acosar a niños a los que antes enseñaba.
«Lo que hacía sabía que no estaba bien, pero la sensación de placer era superior», llegó a confesar el maestro pedófilo, cuya identidad no ha sido revelada. ¿Qué explica un cambio tan radical en su carácter? La respuesta ha sorprendido a los científicos que han seguido su caso: la obsesión sexual del paciente se debe a un tumor cerebral del tamaño de un huevo. Una vez extirpado, su conducta perversa desapareció, según concluyeron los neurólogos que lo atendieron en un artículo aparecido en la revista News Scientist . «El tumor lo llevó a una pedofilia incontrolada», señalaron los especialistas Jeffrey Burns y Russel Swerdlow, de la Universidad de Virginia.
El cáncer fue localizado en el lóbulo derecho, el responsable del sentido común, del control de los impulsos y del comportamiento social. Burns y Swerdlow concretan aún más: «Es el primer estudio que relaciona un daño en esta región cerebral con la pedofilia».
El caso es importante, ya que abre la posibilidad de que otras alteraciones producidas en el lóbulo derecho del cerebro produzcan cambios hormonales, como ha ocurrido ahora, que induzcan a la pedofilia. «Es algo que tendrán que determinar investigaciones futuras», explicó en News Scientist el neurólogo David Rosenfield.
Detención
Lo que parece fuera de toda duda es que el cáncer sí tuvo una relación directa en la alteración de la conducta del maestro, al que su mujer expulsó de casa cuando descubrió su perversión.
Poco después fue detenido por acosar a niños y condenado por los jueces, que le ofrecieron dos opciones: la cárcel o seguir un tratamiento de doce pasos en Sexoadictos Anónimos. Eligió la segunda opción, pero fue expulsado de las sesiones por insinuarse soezmente a sus compañeras. El día que iba ingresar en prisión fue cuando se le descubrió su problema. Tenía un fuerte dolor de cabeza, por lo que lo enviaron al servicio médico que le detectó el tumor. Cuando se lo extirparon, su obsesión desapareció.
Pero fue momentáneamente. Siete meses después, su conducta volvió a torcerse: todavía quedaban en su cerebro restos del perverso tumor. La operación se repitió y, ya limpio de sus fantasmas, hoy en día está totalmente recuperado.