El mundo entero cruza los dedos ante la inminente caída de la estación «Mir»

FRANCISCO DOMÉNECH A CORUÑA

SOCIEDAD

Los pequeños estados del Pacífico Sur manifiestan su temor a sufrir una lluvia de restos incandescentes El foro que reúne a los estados del Pacífico Sur reclama a la Agencia Espacial Rusa la seguridad de que no soportarán una lluvia artificial de meteoritos el 20 de marzo. Para ese día está planeado el descenso controlado de la «Mir» sobre el océano, a unos 3.000 kilómetros al este de Nueva Zelanda. A pesar de que hasta la NASA confía en los cálculos de los rusos, éstos han firmado una póliza de 36.000 millones de pesetas para cubrir posibles daños. Y es que la extraña forma de la estación espacial y factores incontrolables hacen imposible afirmar dónde caerá. Los pesimistas apuntan una pequeña posibilidad de que lo haga en cualquier punto del mundo.

10 mar 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

La espectacular frenada de la Mir al entrar en la atmósfera provocará una lluvia de restos que preocupa a los habitantes de los paradisíacos archipiélagos del Pacífico Sur, donde muchas de las casas tienen los tejados de ramas. Ni aunque fueran más robustas las viviendas tendrían la certeza de quedar intactas, pues los 1.500 fragmentos en los que se espera que explote la estación espacial caerán con una velocidad suficiente para atravesar un bloque de hormigón armado de dos metros de espesor. Algunos cálculos cifran en un 25% la probabilidad de que algún resto caiga en tierra firme. Pero es tan sólo un pronóstico, y otros expertos aseguran que existe una pequeña posibilidad de que durante el descenso se pierda por completo el control de la Mir. Entonces, podría caer en cualquier punto entre 50 grados de latitud Norte y 50 grados Sur. En este área se concentra gran parte de la población mundial. En la Agencia Espacial Rusa continúan realizando cálculos para asegurar el éxito de la operación. Y expertos de la NASA echan un capote a los rusos enviando un mensaje de tranquilidad a los que recuerdan experiencias como la caída del Skylab en 1979. «La de la Mir es una caída controlada, no como las anteriores», afirma el comandante Perry Nouis. Si el veterano símbolo de la carrera espacial soviética sigue el guión que le han preparado desde el centro de control de Moscú, su caída se producirá el 20 de marzo a unos 3.000 kilómetros al este de Nueva Zelanda. Esta vez no habrá tiempo para más aplazamientos. La Mir se encuentra ahora en una órbita de una altitud media de 250 kilómetros. En su descenso alcanzará en la próxima semana el punto de no retorno. Una vez que baje hasta los 220 kilómetros no tendrá energía para mantenerse en el espacio. Descenso «natural» Según afirman desde el Museo de la Ciencia y el cosmos de Tenerife, si no la bajan antes, la estación espacial «caerá de forma natural y descontrolada el 26 de marzo». Los ingenieros espaciales rusos trabajan contra el reloj. Y los canarios, una vez más afortunados, podrán ver desde mañana y hasta el miércoles como la estación Mir cruza el cielo al anochecer. Serán casi las últimas vueltas de una estrella artificial a punto de desaparecer del firmamento.