Sergio Peris Mencheta: «Cristina Cifuentes es una estratega y trató muy bien al equipo»

antonio paniagua MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

Sergio Peris Mencheta presenta «Traitors»
Sergio Peris Mencheta presenta «Traitors» Luis Miguel Gonzalez

El actor y director se convierte en maestro de ceremonias de «Traitors», el «reality» de juego psicológico que llega a HBO Max

03 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo el mundo ve en Sergio Peris Mencheta a un actor de raza metido en papeles de tipo pérfido y cruel, aunque en las distancias cortas parece ser un trozo de pan. Lo que pocos saben de este intérprete y director, ahora afincado en Los Ángeles, es que es un apasionado de los juegos de rol y ha sido reclamado para narrar algunos de ellos. HBO Max ha encontrado en él al maestro de ceremonias perfecto para presentar Traitors, un reality que aspira a renovar el género y que se estrena este viernes. Los artífices de Traitors (traidores) han encerrado a 18 personajes en el castillo de Sigüenza (Guadalajara) durante ocho días para que se enreden en la entretenida ocupación de las mentiras, los engaños y las conspiraciones, para acabar mandando al destierro a un desventurado. ¿Quién es una de las estrellas invitadas a la fiesta? Una mujer pintiparada para esta empresa: Cristina Cifuentes. Los otros 17 concursantes son los actores Fernando Guillén Cuervo, Rubén Ochandiano, Sandra Escacena, Abril Zamora, Adrián Pino, Anna Allen y Apolonia Lapiedra; la windsurfista Blanca Manchón, el modelo y exfutbolista Jaime Astrain, el exjugador de rugby Jaime Nava, la boxeadora Joana Pastrana, los periodistas Juan Sanguino y Julio Muñoz Gijón, la jugadora de póker Leo Margets, la cómica Paula Púa; el gimnasta olímpico Ray Zapata y el rapero Skone.

—¿Por qué cree que lo han llamado para presentar «Traitors»?

—Porque se enteraron de que en mi tiempo libre, aparte de estar con mi familia, me dedico a ser master, a dirigir partidas y narrarlas. Lo he hecho en varios países y es algo que me gusta como afición.

—En el primer capítulo, todos los concursantes, los 18, se decantan por ser traidores. Si se toma como experimento sociológico, ¿dice eso algo de España?

—No lo sé, quizás que necesitamos llamar la atención. Deberíamos dejar de decirnos que somos corruptos. Los verdaderos corruptos están ahí arriba; la gente normal a lo sumo hace un pago en B al fontanero. En este país creo que somos fieles.

—En muchos programas de telerrealidad se machaca al concursante. ¿Ocurre lo mismo en este?

—Los realities van en un sentido u otro en función de cuánto aprietes. Aquí no hay un ningún guion. Eso sí, ponemos el foco donde está el conflicto, pero no echamos leña al fuego para avivarlo; la leña se la echan entre sí los participantes. No decimos a nadie: «Pon a caldo a fulanito». Lo interesante del juego de rol es que cuando te dicen que eres un mentiroso no hay nada personal. Si juegas a Los hombres lobo de Castronegro o Secret Hitler hay gente que llora, grita y se enfada.

—¿Cristina Cifuentes da mucho juego?

—Pues tenía muchos prejuicios contra ella, pero me dejó gratamente sorprendido. Es una estratega y una tipa que trató muy bien al equipo, saludaba a todos los cámaras, como una buena relaciones públicas. Además estaba entregada a la causa, trabajó a calzón quitado, sin ínfulas.

—¿Hay políticos peores?

—Seguramente, y probablemente no se habrían prestado a hacer algo así. Ella ha dicho: «Venga, vamos», y se ha tirado a la piscina.

—¿Es el espectador un pelín sádico, disfruta del infortunio ajeno?

—Sí, claro. La base de la comedia es la tragedia humana. Con los hermanos Marx disfrutamos de las putadas que le hacen a Harpo y de lo pobre que es Chico. En el caso de Traitors, los propios concursantes crean la trama. Los ocho episodios son una peli, al estilo de Doce del patíbulo, pero en vez de doce, son dieciocho. El espectador se pregunta: «¿Quién va a sobrevivir aquí?»

—¿Hay algún perfil profesional que le hubiera gustado incluir entre los concursantes?

—Sí, un ingeniero, un médico, ambos tienen una manera matemática de pensar, se parecen a los ajedrecistas. Un ingeniero industrial, por ejemplo, realiza permanentemente razonamientos distintos al resto y saca el máximo rendimiento a cada movimiento que hace. Es consciente de que sus acciones ponen la semilla de algo, juega a largo y medio plazo.

—¿Por qué en el elenco hay un predominio de actores y deportistas?

—Los deportistas están dotados de un gen competitivo que no tienen los actores ni por asomo. Un actor no quiere ganar, sino lucirse, que le quieran y adoren, mientras los deportistas pelean por la medalla. Los actores son un pozo de emociones, se dejan llevar por el afán de protagonismo, algo que en este juego va muy mal.

—¿Hay sexo?

—No lo hay, era imposible que lo hubiera. Los concursantes carecían de tiempo y espacio. Dormían en celdas y nadie sabía dónde estaban los demás. Estaban repartidos por todo el castillo. El programa, en el que se grabaron mil horas de rodaje, duró ocho días. Imposible el sexo. Además, según iban muriendo, se iban a su casa, sin poder despedirse.

—¿Y usted, a quién desterraría para siempre, como se hace en «Traitors»?

—Ostras... Diga lo que diga, la mitad de los que me lean se van a echar encima de mí... A Donald Trump.

—Es inevitable reírse cuando la actriz porno Apolonia Lapiedra dice que está en «Traitors» por su capacidad de fingir.

—Pero es que es verdad. Su capacidad de fingir y relacionarse con la mentira es brutal, como sucede con todos los actores.