Un día en Netflix: Qué hay de verdad y qué de mentira en «Élite»

María Viñas Sanmartín
maría viñas REDACCIÓN / LA VOZ

PLATA O PLOMO

Lejos del agotamiento y recién estrenada la quinta, la serie de Carlos Montero y Jaime Vaca avanza en su sexta temporada, ya sin rostros de la primera. Nos colamos en su rodaje

21 may 2022 . Actualizado a las 12:38 h.

Al norte del norte de Madrid, fuera del cinturón de la M-30 y dejando atrás Tres Cantos, hay —salvando las distancias— un inesperado little Hollywood. Un mareante nudo de asfalto desemboca en un valle de naves industriales clónicas color ceniza, grandes cajas de cemento, dispuestas una tras otra. Al doblar la esquina, se descuelga una inmensa lona que rompe el gris; desde ella saluda el rostro de látex de Salvador Dalí sobre un mono rojo. Hemos llegado. Hace cuatro años que Netflix se empadronó aquí, levantando en suelo español su primer centro de producción europeo.

Por los pasillos del polígono deambula a las 11 de la mañana de un jueves de mayo un grupo de chavales copa en mano, oro y licra, párpados turquesas, labios ciruela y septums, tacones poco sensatos para el segundo café del día. No están de parkineo, son extras de Élite. Tras dejarlos atrás, empujamos una puerta y aparecemos en Las Encinas, el instituto en el que se ambienta la segunda serie española que mejor le funciona a la plataforma, solo superada por su niña bonita, La casa de papel. Entre los diez contenidos de habla no inglesa más populares de su historia figuran dos temporadas de los atracadores con nombre de ciudad y otras dos —la tercera y la cuarta— de la ficción creada por el gallego Carlos Montero y Darío Madrona, relevado en la cuarta temporada por Jaime Vaca. Lejos de presentar síntomas de agotamiento, Netflix acaba de estrenar la quinta —desde entonces, en el top ten a nivel mundial— y avanza campante en el rodaje de la sexta. Ya no quedará en ella ni un solo personaje de la primera. Adiós, Samu, adiós.

Nada es de cartón piedra en los faraónicos estudios en los que esperan, además de Montero y Vaca, la directora de ficción de Netflix, Verónica Fernández, y caras conocidas como Carla Díaz (Ari), Manu Ríos (Patrick), Martina Cariddi (Mencía), Valentina Zenere (Isadora) y André Lamoglia (Iván). Les acompañan seis rostros nuevos: Carmen Arrufat, Alex Pastrana, Álvaro de Juana, Ana Bokesa, Adam Nourou y Ander Puig, primer actor transexual de Élite. La trama de su personaje —se intuye durante la charla— será una de las piedras angulares de una nueva tanda de episodios que viene bien cargada de drama, pero también de «temas sensibles». A las desventuras de estos niños ricos se les ha reprochado insistentemente una evolución irregular, predispuesta a la frivolidad y al fuego artificial, algo que sus responsables, aun admitiendo haber enderezado el rumbo en los capítulos que se están rodando ahora —«Hemos recuperado la esencia social, de poso, con la que arrancó la serie»—, aceptan sin complejos, casi como seña de identidad de la que, además, se sienten especialmente orgullosos. Porque estos chavales que nos entretienen a base de asesinatos, secuestros y orgías parecen salidos de un anuncio de Benetton: multiculturales, multirraciales y diversos sexualmente, pero todos elocuentes, guapos y flacos, sin escrúpulos ni remilgos.

MATÍAS URIS / NETFLIX

«Estamos en un mundo cada vez más puritano, pero nosotros nos metemos en fregados, porque es lo que nos divierte y es lo que el público nos demanda», defiende Montero. Están atentos a las críticas, pero admiten que no les quitan el sueño. Es más, esta vez espabilaron antes de recibir la respuesta del fan: cuando se estrenaron los últimos capítulos, ya habían cerrado los siguientes guiones y llevaban dos meses rodando. «No hemos reaccionado a lo que se nos ha ido diciendo, hemos ido a la par sin buscarlo —explica Vaca—. Nos gusta tirarnos a la piscina, pero ahora nos estamos deteniendo más en temas más sociales». «Nosotros no escribimos para generar polémica, nosotros queremos gustar y que la gente se emocione con las historias —añade Montero—, pero no vamos a renunciar a contar ciertas cosas por miedo ahora que está todo tan así, a flor de piel. Algunos pueden llamarlo debilidad, nosotros lo llamamos parte de nuestro ADN». 

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Además de los interiores del instituto, Netflix ha reproducido en su nave industrial madrileña dos nuevos escenarios más para Élite —que rueda la mitad de sus secuencias en localizaciones externas y la otra mitad aquí, entre cuatro paredes que son un mundo—: un apetecible piso de diseño completamente funcional y una discoteca de dos plantas —baldosas de mármol, barra circular, luces neón cegadoras—, que del palo nada tienen, pero sí alguna (aunque poca) trampa. Las paredes se mueven para hacer de una estancia otra, los gin tonics son agua coloreada. De golpe, son las tres de la mañana. Manu Ríos revisa su móvil y una voz en off recita: «Estás que te rompes, chaval». Lamoglia (Iván) confiesa por lo bajo: «Nuestras vidas nada tienen que ver con estas».

MATÍAS URIS / NETFLIX

MATÍAS URIS / NETFLIX

De lo que vendrá pueden contar muy poco: los actores, bien aleccionados, guardan silencio. Cuando se les insiste, apenas sueltan algunas pinceladas.

—Martina Cariddi (Mencía): «Todos los personajes pasan a un momento mucho más adulto, de crecimiento. Mencía está en un momento de mucho amor propio y de intentar estar siempre para el resto, tanto para sus hermanos como para los personajes nuevos. Ella está en esta temporada por y para ayudar». 

—Carla Díaz (Ari): «Ari va a tocar fondo».  

—Manu Ríos (Patrick): «Patrick está en un proceso de maduración enorme, se está dando cuenta de muchas cosas que llevaba guardándose durante mucho tiempo y se enfrenta a situaciones que no había vivido antes, y esto le hace madurar a la fuerza. También es mucho más consciente de la repercusión de sus actos. Es mucho más comedido, más empático con el resto, ya no mira solo por él, y hay una evolución bastante grande con respecto a la cuarta y la quinta temporada». 

—Valentina Zenere (Isadora): «La Isadora de esta temporada es totalmente diferente a la que se vio en la quinta. Por cómo termina la quinta, arranca un viaje un poco intenso, y se va a ver una parte de ella que creo que ni ella misma había visto hasta ahora. Es más empática, un poco más real, y está en un momento en el que se tiene que enfrentar con sentimientos, algo que antes no había hecho, así que va a verse toda esta evolución. Y estoy muy agradecida de que me haya tocado interpretarla». 

—André Lamoglia (Ivan): «A Ivan le pasa algo que le va a cambiar la vida, muy fuerte. Y va a tener que aprender cómo enfrentarse a esto. Ya no será el nuevo del instituto, ya está instalado en Madrid, y toda la relación que tiene con su padre va a ser algo muy fuerte». 

«El mensaje que se transmite con la violación es que hay que denunciar»

El gamberrismo de Élite transitó en la última temporada que ha visto el espectador —la que Netflix estrenó el 8 de abril— por el límite de lo moralmente cuestionable con dos de sus tramas, íntimamente relacionadas: la de un agresor sexual —paradójicamente interpretado por Pol Granch, cantante acusado de misoginia en la vida real— y la de una violación grupal. Por razones que solo ellos saben —las piezas encajarán en la siguiente temporada, prometen ahora—, Carlos Montero y Jaime Vaca decidieron ser benevolentes con el abusador, poniendo el foco en la redención e incluso colocando de su lado a una de sus víctimas, que blandiendo un equivocado concepto de feminismo se entrega a apoyar al pobre niño rico aficionado a sobrepasarse.

Hubo quien vio aquí blanqueo y banalización, y quizás pueda resultar esta una reacción exagerada si la serie no llevase acumulados en un mes millones de visionados y si su público diana no fuesen adolescentes, ávidos de ejemplos a seguir. «Cuando recibí los guiones, también a mí me costó entender la postura de mi personaje —admite Valentina Zenere (Isadora)—, pero creo que en la temporada que estamos rodando ahora contamos lo que sucede con la responsabilidad que se merece. Como mujer, me siento súper responsable de ser el cuerpo y la cara de un montón. El mensaje que se transmite es el que hay que denunciar». 

En la misma línea se pronuncian los que idean estos argumentos: «Todo lo que se planteó en la quinta temporada se resuelve en la sexta, teníamos que llegar a donde llegamos —asevera Carlos Montero—. Todos los que nos criticaron, con razón o sin razón, se van a ver muy satisfechos con los capítulos que estamos rodando ahora». «Se planteó como un viaje de dos temporadas —respalda Jaime Vaca—. Es un universo que no se puede entender como cápsulas independientes, que aún recoge cosas que vienen de las primeras temporadas, bebe de su propia fuente. Nosotros hemos dejado cosas abiertas, muy abiertas, para que se revuelvan en la sexta. Y se resolverán parándonos, dándole la importancia que merece».

Inma Cuesta, en La Marina (A Coruña).
Inma Cuesta, en La Marina (A Coruña). Netflix

Las termas de Bande tuvieron un papel importante en la serie de Netflix «El desorden que dejas».
Las termas de Bande tuvieron un papel importante en la serie de Netflix «El desorden que dejas». Netflix

Desde que Netflix aterrizó en España en el 2019, ha desplegado sus tentáculos por buena parte de toda nuestra geografía, también por la gallega. Más de la mitad de sus producciones incluyeron localizaciones distintas de Madrid. Hace un par de años, la compañía instaló a sus equipos en Celanova, Ribadavia y A Coruña para rodar El desorden que dejas, también creada y dirigida por Carlos Montero y producida por Vaca Films. Previamente, la comunidad había acogido parte del rodaje de Elisa y Marcela, de Isabel Coixet.

Otras producciones pendientes de estreno o todavía en marcha —como Un hombre de acción (producida por  La Pulga y el Elefante SL), Infiesto (Vaca Films y protagonizada por Luis Tosar) o la serie Hasta el cielo— han sido o están siendo grabadas parcialmente en localizaciones gallegas de A Coruña, Santiago de Compostela y Vigo.