Antonio Resines y Miguel Rellán en la serie que indaga en los nuevos 70 años

Iker Cortés MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

Miguel Rellán y Antonio Resines, durante el rodaje
Miguel Rellán y Antonio Resines, durante el rodaje Tamara Arranz

Los dos actores protagonizan «Sentimos las molestias», la nueva ficción de los creadores de «Vergüenza» para Movistar+

23 dic 2021 . Actualizado a las 10:00 h.

A Rafael Müller, un prestigioso director de orquesta, se le meten en casa dos fumigadores. Al parecer hay una plaga por la zona. Le piden, eso sí, que salga mientras ellos rocían la lujosa vivienda porque, dice la pareja, el producto es muy tóxico. Y aunque algo huele a chamusquina, Müller accede casi sin pensárselo. Es una escena corta, en la que ya se palpa el característico nervio de Antonio Resines (Torrelavega, 1954), que solo necesita de un ensayo y dos tomas para clavar la toma.

La secuencia forma parte de Sentimos las molestias, la serie que desde hace más de seis semanas ruedan Alvaro Fernández Armero y Juan Cavestany, los artífices de la espléndida Vergüenza, para Movistar+.

Si en la ficción protagonizada por Javier Gutiérrez, echaban la vista a ese paso más bien tardío de los treinta a los cuarenta, en esta ocasión «hemos tenido la inquietud de mirar hacia nuestro propio futuro», dice Cavestany. «Ahora -cuenta Fernández Armero- hay una nueva tercera edad que es inédita. Se llega a los setenta años con una salud mental y física increíbles y con las capacidades intactas. Merecía la pena hablar de esta nueva generación que llega a esta edad con tatuajes y que no tiene nada que ver con la idea estereotipada que tenemos del abuelo, con su bastón, en el parque. Puede trabajar, tener relaciones sentimentales, sexuales y de todo tipo. Y la pregunta es si la sociedad ha hecho realmente un hueco a esta nueva generación».

Y es que Sentimos las molestias, cuyo estreno está previsto para el 2022, cuenta las andanzas de una pareja de amigos septuagenarios. Por un lado, el ya mentado Müller, un calculador y cuadriculado director, casado con Gloria (Fiorella Faltoyano), aunque «secretamente enamorado de la primera violonchelista (Melina Matthews) de su orquesta», desliza un Resines señoría, con una poblada barba blanca.

Por el otro, Rafael Jiménez, un viejo rockero, despreocupado y jeta, que cosechó algo de éxito a finales de los setenta y principios de los ochenta -«fue tan importante como Ramoncín, pero menos que Miguel Ríos», apostilla Cavestany- y que ahora, con hija, nieta y bisnieta, «no tiene dónde caerse muerto porque le van a desahuciar y vive de las rentas», remata Miguel Rellán (Tetuán, Marruecos, 1943), en un parón del rodaje poco antes del almuerzo. En definitiva, dos maneras de entender la vida que se prestan a envidias, enredos y, por supuesto, sana amistad.

La serie se gestó antes del confinamiento. La pareja propuso el punto de partida a la plataforma -dos amigos, en sus setenta primaveras- y ya con el visto bueno de esta quedaron a cenar con Resines y Rellán, convencidos de que la química iba a traspasar la pantalla y de que la diferencia de edad -Resines no para de bromear con que él es once años más joven que Rellán- tampoco iba a ser un problema. «La hemos escrito para ellos y la idea es que en las cenas nos contaran sus experiencias vitales, pero al final siempre acabábamos hablando de otras cosas», reconoce Fernández Armero. Esperan, eso sí, que si hay una segunda temporada se filtren más vivencias de los protagonistas en los guiones.

Rellán y su sueño truncado

Caracterizado con las manos cargadas de anillos y una larga coleta, lo cierto es que cualquiera se imaginaba a Rellán más en el papel de Müller y a él, un melómano incorregible, nada le hubiera hecho más ilusión.

«No se podía creer que hiciéramos una serie sobre un director de orquesta y que le tocara hacer el otro personaje», resume Fernández Armero. De hecho, muy al principio del proyecto, esa era la idea, pero «pronto nos dimos cuenta de que era mejor ir a la contra de las expectativas», dicen. «Nada, que no me quito la espinita -se queja, entre risas, Rellán-. Uno tiene tres posibilidades para dirigir una orquesta: o hacer la carrera, o ser millonario o interpretar a uno. Mira que lo he intentado con Garci, con Cuerda, que me dejen un poquito hacer como que dirijo, y no ha habido manera».

Es, sin duda, una comedia, pero no cabe duda de que tendrá un poso amargo. «Es que hablar de todo esto es un gran tabú porque si lo piensas hablar de la edad te lleva a hablar de la muerte y somos conscientes de que la serie puede tener una cierta amargura, pero la gente se va a reír mucho, aunque esa reflexión más filosófica esté ahí», dicen los creadores.

Rellán va más allá: «Esta serie habla del paso del tiempo y de protagonistas que se rebelan, un poco estúpidamente, mientras el resto de personajes, que representan a la sociedad establecida, chocan con estos dos antihéroes que se preguntan por qué para triunfar tienes que ser joven y sano». Ambos están agradecidos de que la ficción audiovisual se habrá a otro tipo de personajes más maduros. «Hay oficios en los que la experiencia y el conocimiento es un plus. Yo desde luego soy mejor actor que hace unos años», concluye Resines.