Ethan Hawke, un lunático blanco que asesina racistas

La Voz

PLATA O PLOMO

El actor debuta en televisión con «The Good Lord Bird», una miniserie abolicionista que adapta la novela homónima de James McBride

06 oct 2020 . Actualizado a las 09:04 h.

Volar por libre es la brújula vital de Ethan Hawke (Austin, EE.UU., 1970), que siempre se decanta por proyectos personales y arriesgados. Nominado en cuatro ocasiones al Óscar, debuta en la televisión con doble pirueta en The Good Lord Bird, serie limitada que ha protagonizado y creado, que adapta la novela homónima de James McBride y que Showtime estrenó este domingo en Estados Unidos. Con Joshua Caleb Johnson y Daveed Diggs en su elenco, este Pájaro Carpintero viaja a las vísperas de la Guerra Civil estadounidense para retratar a John Brown, un cristiano radical y abolicionista furibundo que luchaba contra el racismo al considerar que todas las personas, incluidos por supuesto los negros, eran hijos de Dios.

En la piel de un lunático blanco que asesina racistas mientras recita versos de la Biblia, Hawke se come la pantalla en una serie que funde el humor surrealista con la gravedad histórica y que conecta con las reivindicaciones de igualdad de Black Lives Matter.

El actor dijo en The New Yorker que este proyecto era «mágico». También comentó que había llegado a obsesionarse con su protagonista. «Me encanta ver a una persona que no juega según las convenciones de la sociedad y dice: ‘¿Sabes qué? No estoy dormido. Esto está mal y no me importa si me vais a llamar loco, si me ahorcáis, si matáis a mis hijos: esto está mal'. Creo que nos encanta cuando alguien se atreve, cuando se siente liberado del miedo. Es lo que me excita de John Brown: cómo no ser tan temeroso», confesó a Efe. Reconoce que lo más complicado fue encontrar el tono perfecto en una historia que para hablar de esclavitud y racismo recurre a la ironía y la irreverencia. «Era como el filo de una cuchilla. Si era demasiado divertida, no iba a ser emotiva u honesta: se convertiría en una farsa. Y si no era lo suficientemente divertida, sería pretenciosa e insoportable de ver -comentó-. Teníamos que preservar la magia de McBride, que es que te hacía reír mientras te contaba la verdad».