P. Ya al final del camino, ¿dirían que la serie ha resultado disuasoria para quienes piensen en ser padres?
E. U. A mí lo que más me llega es que la gente empatiza, sobre todo padres primerizos, al ver que de repente alguien le pone humor a eso que a ti te está costando horrores, como es el no dormir, y encima cuenta chistes y juega contigo. Y tiene el morbo de qué es real y qué no. La serie es un juego tan divertido que siempre hay algo con lo que identificarse, porque va de ser padres, pero también de ser hijos.
B. R. He tenido que escuchar durante tres temporadas que la serie es un método anticonceptivo y me he guardado para el final la respuesta, la carta de explicarle a la gente que la experiencia de la paternidad te lo da todo, no solo te da lo malo. Creo que la serie ha ido evolucionando y se ha ido encargando de dejar claro que no era una historia solo para padres primerizos, sino para gente que está en un determinado momento de su vida en el que tiene que ocupar un espacio distinto al que tenía. Para mí, al ver todo el conjunto, es más importante la sensación que tienes cuando dejas de ser el hijo y pasas a ser el padre y que gana al mero hecho de cambiar pañales o de enfrentarte con problemas derivados de tener un bebé.