La serie británica, nominada a cuatro Globos de Oro, narra episodios de la historia del Reino Unido de manera fiel y dramatiza algunas de las intimidades de la familia real

UXÍA RODRÍGUEZ
A Rúa, Ourense (1986). Coordinadora de La Voz de la Salud con una misión, que todos nos cuidemos más y mejor. La pandemia de covid-19 no solo la viví, también la conté en La Voz de Galicia. Mucho antes de todo esto trabajé en Vtelevisión durante casi una década como redactora, reportera y presentadora. Allí dirigí y presenté el programa Sana sana, sobre sanidad, bienestar y nutrición.

Ver un episodio de The Crown (uno tras otro, más bien) con el móvil en la mano para poder comprobar si lo que cuentan pasó en realidad, si el príncipe Carlos se fue a aprender galés antes de su coronación, si Margarita tuvo una aventura, si la reina lloró o no tras la tragedia de Aberfan, por qué Camilla dejó al heredero al trono... La serie británica ha conseguido «derribar» los muros del palacio de Buckingham y entrar en la cabeza, e incluso en el corazón, de uno de los personajes más herméticos e icónicos de la historia actual: la reina Isabel II. Al menos, en la ficción. Porque en esta creación de Netflix la línea roja entre ficción y realidad es más delgada que nunca. 

En la tercera temporada de la aclamada serie, creada y escrita por Peter Morgan, Olivia Colman le toma el relevo a Claire Foy como Isabel II y Tobias Menzies asume el papel de Felipe que interpretó Matt Smith. Entre 1964 y 1977 pasaron muchas cosas en el Reino Unido y también en el seno de los Windsor. Partiendo de la premisa de que The Crown es una serie y no un documental: ¿dónde termina la realidad y comienza la ficción y en qué puntos la ficción es más fiel a la realidad?

Ojo que, a partir de aquí, todo está lleno de spoilers (si es que puede haber spoilers en la historia). 

 El documental sobre la familia real

En el cuarto episodio de la tercera temporada, al príncipe Felipe se le ocurre dejar que la BBC grabe un documental en las dependencias privadas del palacio mostrando el día a día de todos los miembros de la familia real. Una jugada para acercarse al pueblo británico que no tuvo el resultado esperado. Querían presentarse como gente normal, pero sucedió lo contrario. 

Efectivamente, ese documental es real. Titulado Royal Family, La Familia Real, se emitió el 21 de junio de 1969 creando una enorme expectación y con una gran audiencia: tres de cada cuatro británicos se sentaron delante de la televisión para ver cómo la reina le compraba chucherías en la calle al príncipe Eduardo o ser testigos de una barbacoa familiar en el castillo escocés de Balmoral. 

El documentalista David Attenborough, amigo de la reina y en aquel entonces un alto cargo de la BBC, llegó a decir tras su emisión que con ese alto nivel de exposición se corría el riesgo de «asesinar a la monarquía». Tal fue el impacto, que la propia Isabel II tomó la decisión de no televisar su discurso de Navidad ese año. 

El documental se emitió una segunda vez en 1972 y, desde entonces, nunca más. Solo circulan por redes unos clips de unos segundos. 

La tragedia de Aberfan

Uno de los capítulos más impactantes es el dedicado al desastre que tuvo lugar en el pueblo galés de Aberfan el 21 de octubre de 1966. Esa mañana colapsó la escombrera de una mina de carbón y, en tan solo unos minutos, todo quedó sepultado, incluido el  Colegio Pantglas Junior. 144 personas perdieron la vida, entre ellas, 116 niños. 

La serie muestra cómo la reina Isabel II tardó ocho días en volar hasta el lugar para encontrarse con las familias de la víctimas. También enseña cómo Lord Snowdon, esposo de la princesa Margarita, fue el primer miembro de la familia en visitar el pueblo, al que también llegó el príncipe Felipe un par de días después.

La frialdad de la reina se rompe al final del episodio, pero ¿qué pasó en realidad? Al margen de las licencias narrativas, la propia Isabel II ha reconocido que se arrepiente de no haber actuado con más rapidez, aunque lo justifica asegurando que no quería que las autoridades y los voluntarios estuvieran más pendientes de ella que del rescate. Aún así es una de las espinas que siempre tendrá su reinado, según sus biógrafos. La monarca ha vuelto hasta en cuatro ocasiones a la aldea. 

La aventura de la princesa Margarita

La hermana pequeña de Isabel II es una de las grandes protagonistas de la serie. Su papel, tan carismático como histriónico, interpretado en esta temporada por Helena Bonham Carter, es uno de los más aclamados y comentados. 

La serie muestra su «aventura» con Roddy Llewellyn, un paisajista 17 años menor que ella. En esta ocasión, la ficción se queda corta. De un lado y de otro. Las infidelidades dentro de este complicado matrimonio entre la princesa Margarita y el fotógrafo Antony Armstrong-Jones fueron sonadas y variadas.

Es cierto que el idilio de Margarita con el jardinero salió a la luz cuando un diario (News of the World) publicó las fotos de ambos nadando y acaramelados en la isla caribeña de Mustique. El revuelo fue tal, que la situación llegó a debatirse en la Cámara de los Comunes y precipitó su divorcio de Lord Snowdon. La pareja se separó en 1976. Dos años más tarde, el Palacio de Kensington lo anunció oficialmente. 

El caso es que la relación entre Margarita y Roddy no fue precisamente algo pasajero, ya que duró casi una década. Después él se casó con Tatiana Soskin. 

La propia Helena Bonham Carter se reunió con él y desveló lo que le contó: « Nos dijo que se conocieron en el momento adecuado. Ambos estaban muy perdidos y ambos se sentían unos outsiders, no aceptados por sus familias, o al menos no lo suficiente. Su seguridad se había quebrado por la ruptura de su matrimonio. Él la hizo divertirse en una época en la que no lo estaba haciendo en absoluto».

Muchos minutos se dedican en la serie al viaje oficial que la princesa Margarita realizó junto a su esposo a Estados Unidos. Aparece como la «heroína» que logró restaurar la relación entre ambos países e, incluso, un préstamo urgente. La realidad política no fue tan sencilla y tampoco el viaje tan exitoso. 

Es cierto que el presidente Lyndon B. Johnson celebró una cena con su posterior baile en la Casa Blanca en honor a la pareja real. Las crónicas de entonces hablan de que el presidente y la princesa bailaron juntos al son de Everything's Coming Up Roses y se dedicaron palabras amables en sus discursos. También recogen que la fiesta se alargó más de lo habitual. La hermana pequeña de la reina se retiró pasada la una de la madrugada. 

«Hubo risas y cháchara; Margarita se fumó un cigarrillo en una larga pipa y todo el mundo parecía absolutamente relajado», publicó The New York Times.

La ruptura entre Carlos y Camilla 

Camilla Shand, después Camilla Parker Bowles y ahora duquesa de Cornualles, hace su aparición en esta temporada. El príncipe Carlos se enamora de ella y, según cuentan en The Crown, una conspiración provocó su ruptura. Un complot entre la reina madre y lord Mountbatten para separar al príncipe Carlos de ella.

Para los historiadores y biógrafos de la casa real, esta artimaña nunca tuvo lugar. El príncipe conoció a Camilla cuando esta mantenía una relación complicada e intermitente con su futuro esposo, Andrew Parker Bowles con el que, finalmente, se casó en 1973. Lo cierto es que durante los seis meses que duró este primer y fugaz noviazgo entre el heredero al trono y su actual esposa, Camilla y Andrew se estaban tomando un descanso y el militar y jugador de polo estaba fuera del Reino Unido. 

El idilio entre la princesa Ana y Parker Bowles tuvo lugar en realidad, pero no coincidió en el tiempo con el de su hermano, como muestra la serie. Un affaire que nunca tuvo opciones de futuro por las diferentes religiones de ambos: ella pertenecía a la Iglesia anglicana y él era católico. 

A pesar de todo, Carlos es el padrino del hijo mayor de Camilla.  Ana eligió a Parker Bowles como padrino de bautizo de su hija, Zara Phillips.

La coronación del príncipe Carlos

En el episodio titulado Tywysog Cymru, que significa en galés príncipe de Gales, podemos ver la coronación del heredero que, formalmente, es un calco de la realidad. Es cierto que la familia real obligó al príncipe a dejar durante unos meses Cambridge para estudiar en la Universidad de Gales. También lo es que su tutor fue Edward Millward, una figura prominente en el partido de independencia galés Plaid Cymru. Lo que no es fiel a la realidad y pertenece únicamente a la ficción es, precisamente, uno de los aspectos más llamativos del capítulo: el discurso. Efectivamente lo pronunció en ese idioma, pero esas palabras manuscritas a favor de autonomía galesa nunca fueron pronunciadas. 

La historia de la princesa Alicia

Las búsquedas sobre la historia de la suegra de la reina Isabel se han multiplicado por diez tras el estreno de la tercera temporada de The Crown en la que se le dedica un episodio al completo.

La serie ha arrojado luz sobre la vida de la princesa Alicia de Battenberg. Es la bisnieta de la reina Victoria y nació con una sordera congénita. Gracias al empeño de su madre, aprendió lenguaje de signos y a leer los labios en cuatro idiomas. Se casó con el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca con el que tuvo cuatro hijas y un hijo, el príncipe Felipe. 

Su vida fue todavía más dura de lo que se muestra en The Crown. Tras el doble exilio que sufrió su familia, le diagnosticaron esquizofrenia en 1930. Como narra la serie, fue internada en un manicomio y tratada por Sigmund Freud. Se sometió a un tratamiento ya una gran cantidad de rayos X en su útero para terminar con su libido.

Pasó años sin ver a sus hijos y escapó del sanatorio para volver a Grecia, donde inauguró un convento llamado Hermandad Cristiana de Marta y María, una orden ortodoxa de monjas. Solo se reunió de nuevo con su familia en 1937, cuando todos asistieron al funeral de su hija Cecilia. Se volcó en el trabajo social y en acciones humanitarias. 

Asistió a la boda real de su hijo y a la coronación de Isabel II en 1953, vistiendo sus hábitos y acaparando parte de las miradas. Vendió gran parte de sus posesiones y joyas. Con las que se quedó, se fabricó el anillo de pedida que Felipe le regaló a Isabel II. 

Es cierto que sus dos últimos años de vida los pasó en el palacio real, entre 1967 y 1969. Lo que pertenece únicamente a la ficción es la entrevista que dió a un periódico y que la convirtió en una «estrella» querida por el pueblo. Su verdadera historia se conoció después y ahora ha resurgido.