Las series «Élite» y «Euphoria» como espejo de la juventud

Mikel Labastida MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

Netflix

Las dos ficciones retratan a una generación diversa y llena de confusión

23 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cualquier parecido de Élite con la realidad es pura coincidencia. Un repaso a las redes sociales da buena muestra de ello. La frase «Yo a los 16 años» se ha convertido en viral entre los seguidores de la serie, que se han encargado de comparar las acciones que llevan a cabo los protagonistas de este título con las que acometían ellos a su misma edad. Gran parte de la audiencia coincide en asombrarse con las fiestas desenfrenadas, los líos amorosos y los problemas delictivos a los que se enfrentan los alumnos del instituto Las Encinas, pero esto, lejos de espantarles, es casi más un aliciente para verla que un escollo.

Más allá de la narrativa plagada de excesos, lo cierto es que un repaso a las dos temporadas de Élite sí permite distinguir algunos de los rasgos que definen a la juventud de hoy en día y sirve para realizar un retrato fidedigno sobre los adolescentes actuales. Posiblemente esa es la razón del éxito de este producto (aunque cabe recordar que no existe ningún dato objetivo de su audiencia, porque la plataforma no se somete a ningún estudio comparativo e independiente). Pero de Élite se habla, genera conversación, y acapara atenciones entre seriéfilos jóvenes y los más mayores (aunque no todos lo reconocen).

Libres de prejuicios

Lo primero que llama la atención de esta ficción es que dibuja una generación abierta de mente, diversa sexualmente hablando y preocupada por temas como la cuestión racial o el VIH. Cualquiera de estos asuntos está planteado de una manera mucho más desprejuiciada de lo que se hacía en otros títulos de corte adolescente hace unos años y eso demuestra que el espectador ha cambiado, acepta que en la sociedad actual han aumentado el número de realidades a nuestro alrededor.

En Élite nos encontramos con parejas heterosexuales, homosexuales y bisexuales; con jóvenes de distintos grupos sociales, con los conflictos en la convivencia que eso acarrea; con chavales que se han criado en estructuras familiares bien diferentes y no siempre normativas. Ahora bien, que nadie se espere un tratamiento realista de ninguno de estos argumentos. La de Netflix utiliza otros códigos, mucho más alocados. Y además se empeña en conservar algunos perfiles bastante estereotipados (en cuanto al aspecto físico de los protagonistas, todos son atractivos). Nada de eso debería impedir que se viese el bosque, es decir, las intenciones de la serie.

Quien quiera realismo ha de decantarse por otras propuestas, como la americana Euphoria, que ha causado sensación en verano. No se trata de comparar una y otra. Los creadores de Élite, Darío Madrona y Carlos Montero (este último autor también de otro éxito teen como fue en su día Física o Química), ya se han encargado de señalar que no pretenden parecerse en nada al otro título, ni lo toman como referente. Pero las dos se centran en chavales que todavía no son mayores de edad y que se enfrentan a las dudas, complejos y divagaciones propias de la adolescencia. Y no acaban de ahí los puntos en común.

Traumas de adolescencia

Euphoria está basada en la serie israelí del mismo nombre creada por Ron Leshem, Daphna Levin y Tmira Yardeni. Se trata de una adaptación encargada por HBO y que fija su mirada en un grupo de chicos y chicas en un lugar indeterminado de California. Allí ellos deben encontrar su hueco en la vida, convivir con no pocos traumas heredados de sus padres, y sortear patatas calientes como las drogas o el uso de las nuevas tecnologías para relacionarse. Todo eso está en Élite, pero aquí se aborda de un modo más realista, con matices y con el foco puesto en una audiencia más adulta, exigente y entregada. Y prueba de la intención de mostrar un abanico variado está en la selección de actrices, entre las que encontramos a la modelo trans Hunter Schafer, a la súper estrella infantil Zendaya y a la activista del movimiento Body Positivity Barbie Ferreira.

Sea como sea, la proliferación de títulos adolescentes resulta palpable y un denominador común es la pluralidad de los comportamientos y opciones de vida de sus personajes. A las ya citadas cabría sumar Skam (la versión española de Movistar de la homónima noruega) y Pose (serie de Ryan Murphy para FX). A falta de datos más rigurosos, un factor para sospechar que todos estos ejemplos gustan al espectador es que las diferentes emisoras que las producen continúan apostando por ellas. Todas han firmado ya nuevas temporadas.