El mejor verano tras la selectividad: «Nos vamos de interraíl por Europa y no nos perderemos ni una fiesta»

SELECTIVIDAD

MARCOS MÍGUEZ

La alegría del fin de curso a los 18 años. Nunca tendrán un tiempo igual, tres meses libres después de acabar el colegio y sin la presión del trabajo o la carrera. Tras la pandemia, ¡todo es diversión!

25 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Solo hay que verles las caras para saber que son la viva imagen de la felicidad. Algunas han cumplido los 18 y otras lo harán en los próximos meses, pero todas, sin excepción, son conscientes de que tienen el mejor verano de su vida por delante. Acaban de terminar el que se conoce como el peor curso, segundo de bachillerato, y todas han aprobado la ABAU con unas notas buenísimas, lo que les da la oportunidad de acceder a los estudios que quieren. Es cierto que muchas aún tienen dudas, que están en esa crisis de última hora de querer acertar con la elección, pero lo que les espera es tan emocionante que solo es empezar a hablar con ellas y se deshacen en risas. «A este verano hay que decirle a todo que sí —dice Marta, la primera por la derecha—: si hay verbena, verbena; si hay playa, playa; si hay fiesta, fiesta, no nos planteamos otra opción».

 «Somos conscientes de que hemos tenido mucha suerte, porque nos coincide el primer año libres después de la pandemia, justo cuando terminamos la selectividad —apunta Sara, con pantalón azulón—, pero casi no nos ha dado tiempo a asimilarlo, aún acabamos de terminar y yo creo que hasta que no nos veamos todas viajando no nos lo vamos a creer». Ese viaje que harán todas juntas es el sueño cumplido después de un año muy intenso de exámenes y mucha presión por llegar a la nota. «Nos vamos ocho de interraíl durante 14 días, estaremos en París, Ámsterdam, Berlín, Praga, Viena y Budapest, dormimos en hostels y apartamentos, pero nos hemos organizado para que cada una mire una ciudad diferente y haga planes para no llegar allí y perder mucho el tiempo», responde Irene, la primera por la izquierda. Ella tiene claro lo que le apetece en todos los sitios que visiten: «Probar la comida típica de cada ciudad».

A su lado, Mónica (en el centro, con vestido) relata que cuando se vea con un cruasán desayunando delante de la torre Eiffel ya habrá tocado el cielo. Pero quiere saborear todo bien, la cultura de todas las ciudades que visiten, los museos..., sabiendo que es muy difícil que vuelvan a coincidir todas las amigas juntas. «Yo pensaba que después de selectividad iba a ser una sensación de liberación tremenda —continúa—, pero todavía no tenemos ese chip cambiado, aún parece que estamos en el colegio». «No podemos todavía hacernos a la idea de que tenemos tres meses por delante [se ríen], creo que lo notaremos cuando nos veamos fuera de Coruña, subidas al tren, solas, con la sensación de libertad que aún ninguna de nosotras hemos experimentado. Nunca habrá un año igual», concluye Sara.

MARCOS MÍGUEZ

Paloma (la tercera por la derecha) está deseando también ese interraíl, pero no quiere perderse nada de su veraneo en el pueblo: «Voy siempre a Cabanas y Cedeira y allí me lo paso genial con el grupo de amigos, hay verbenas, playa, y tenemos allí ya una pandilla que siempre hace que sea un verano muy especial».

VISITAS DE AMIGOS

Un plan parecido es el de Emma (de pantalón corto) que también pasará unos días en Cerdedo (Pontevedra) con la familia, aunque Holanda la espera en agosto: «Voy a estudiar allí Ingeniería de Datos e Inteligencia Artificial, y aprovecharé unos días antes de que empiece la facultad para conocer a las personas con las que voy a compartir piso y para disfrutar de los festivales». Esa palabra, festivales, marca también el calendario veraniego de Irene, que espera en Nigrán, al ritmo de reguetón, a unos amigos con los que compartirá diversión y música, después del interraíl. «A mí también me visitarán unos amigos de Sevilla —comenta Mónica— y haré excursiones por aquí cerca para enseñarles bien Coruña y sus alrededores, iremos a Santiago... Pero este año creo que no me voy a perder nada. Yo soy muy de planes de última hora, y si surge de pronto irnos unos días a una casa de turismo rural por aquí cerca, ¡también me apunto!». «La idea es no perder ni un minuto de tiempo —se propone Irene—, yo no quiero verme en el sofá de casa comiéndome una manzana, no, no, no. Aunque sea salir a dar un paseo en Coruña, bajar a tomar algo, a la playa, o a una verbena... Me da igual lo que surja, pero yo quiero aprovecharlo todo». Ella tiene una hermana mayor y sabe por su experiencia que no hay año como este. «Lo sé porque ese verano no le vi el pelo», bromea.

Por ponerle algún pero a este momento, que no lo tiene, el único inconveniente con el que se encuentran es que muchas ya son mayores de edad, pero otras aún no cumplirán hasta acabado el verano. «Yo cumplo los 18 en septiembre —dice Sara— y todavía no puedo entrar en algunos lugares, aunque esperamos que con la autorización de nuestros padres, no tengamos problema por Europa adelante». «¡Y si no nos maquillamos un poco!», la anima Mónica, que reconoce que, en general, los padres han dado más manga ancha en cuanto a las salidas. «Saben todo lo que nos hemos esforzado —puntualiza Paloma—, ellos también son conscientes de que ha sido un año muy duro y se nota».

«Para mí lo mejor de este verano es la sensación del trabajo bien hecho, es la recompensa a todo lo que hemos currado y por fin lo disfrutaremos», señala Mónica, que no deja de reconocer que durante el curso las emociones son otras: «Incluso en vacaciones de Navidad o Semana Santa, si no estudiabas, te sentías mal; ahora es distinto».

MARCOS MÍGUEZ

Con todo, a los alumnos que empiezan el próximo curso segundo les aconsejan que lo disfruten, porque ha sido un buen año a nivel de compañeros y profesores: «Hemos hecho una piña, nos hemos ayudado mucho y los profes ya nos trataban un poco como adultos». «Es importante —dice Irene— que después de estudiar, descansen, que liberen la cabeza, que salgan, hagan deporte, vean una peli. Si no, entras en bucle y puedes acabar mal».

Su tiempo, desde luego, es ahora el del gozo y el disfrute. Después de los papeleos de vacunas, autorizaciones paternas para las que son menores, renovaciones de DNI y matrículas de universidad, les espera una montaña rusa de buenas emociones. Es el último verano en que los amigos coinciden en esa libertad antes de la universidad, antes de que cambien sus destinos y giren en lo profesional. Es el verano de la diversión y la alegría. A todas les espera el mejor verano de su vida.