¿Cómo hacen los universitarios del área de Santiago para ir a clase todos los días?: «Hai veces nas que coller un bus é terrible»

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Largas colas na estación de autobuses o primeiro venres do curso universitario en Santiago. 13/09/2024
Largas colas na estación de autobuses o primeiro venres do curso universitario en Santiago. 13/09/2024 Sandra Alonso

Aunque por la proximidad parezca un camino sencillo, para algunos no lo es. Los que optan por el transporte público señalan la falta de frecuencias al mediodía. Los que van en coche, las escasas plazas de aparcamiento que hay alrededor de las facultades

01 oct 2024 . Actualizado a las 09:03 h.

Cuando conseguir un piso de alquiler en Santiago es misión imposible, muchos estudiantes optan por ir y venir desde sus casas familiares todos los días. Algunos lo hacen en transporte público, aprovechando las frecuencias del bus interurbano. Otros, ante la imposibilidad de compaginar el horario con el de las clases, tienen que coger sus coches para hacer el recorrido. 

Este es el caso de Bieito Pereira, que estudia el tercer curso de Filoloxía Galega en la USC. Originario de Arzúa, es el primer año que elige la opción ir y volver diariamente desde su localidad. Comparte coche con una compañera que tiene sus mismos horarios, algo que les viene «de maravilla» para cuadrar en el camino. Un día lo lleva él y, al siguiente, lo coge ella. Ir en bus les requeriría desplazarse desde la estación intermodal, que es donde para, hasta su facultad, en el campus norte. Como bien dice Bieito, «é ir dunha punta ata a outra». «O transporte público funciona fatal. Hai veces nas que coller un bus é terrible, chegando cunha hora de retraso sobre o horario que marca», asegura.

En la Rúa da Rosa espera el bus a Bertamiráns una joven que estudia Matemáticas. Para ella, lo peor son los horarios. Si sale de clase pasadas las dos del mediodía, no puede ir a comer a casa. Desde esa hora, no hay más frecuencias hasta las cuatro de la tarde. Pasa lo mismo, por ejemplo, con la línea que conecta la ciudad con Ordes. Por la tarde, quien salga de la universidad pasadas las seis, tiene que esperar en la estación hasta las siete y media, que es cuando llega el siguiente. A Brión, por poner otro ejemplo, no hay autocares entre las tres y media del mediodía y las cinco de la tarde. 

Malena Senra, sin embargo, no se queja de las frecuencias. Estudia en el Centro Superior de Hostelería de Galicia y, para ir y venir, coge diariamente el bus desde su localidad natal, Noia. El primero, a las 07.50 horas, que la deja en la misma puerta de la facultad a las 08.35 horas. Como su horario es solo de mañana, para volver coge el autocar de las 14.30 horas, que la recoge de nuevo en la universidad y la deja en su casa a las 15.20 horas. Valorando el número de personas que se suben a diario en la línea, piensa que debería de haber una cantidad superior de vehículos. Cuenta que, a veces, tiene que hacer parte del trayecto de pie, sujeta con la mano a la barandilla. No obstante, asegura estar más contenta que en años anteriores, cuando vivía en el centro de Santiago.

Estudiantes en la estación de tren de Santiago en el primer viernes del curso universitario
Estudiantes en la estación de tren de Santiago en el primer viernes del curso universitario Sandra Alonso

«Estoy más cómoda en mi casa, donde puedo estar con mi familia y con mis amigos todos los días. Hay buses a todas horas y, aparte, me ahorro el dinero del alquiler del piso», reflexiona Malena. Antes de tomar una decisión, estuvo viviendo cinco años en la ciudad. Asegura que, pese a haber más distancia entre Noia y Santiago de la que tenía que recorrer antes, no tarda mucho más en hacer la ruta. «Me levanto a la misma hora que cuando vivía en el centro de la ciudad y tenía que ir a la Universidad. En Santiago por las mañanas hay tráfico y el bus urbano que tenía que coger hasta Barcia —donde se encuentra su centro— tardaba bastante en llegar», recuerda. 

Antes de volver a casa, Bieito también estuvo viviendo en la ciudad. Compartía piso con otras cuatro personas de Arzúa y, aunque valora la época de una manera positiva, la decisión la tomó porque le apetecía probar algo nuevo. Aunque es consciente de que tres semanas —lo que ha pasado desde que comenzó el curso— es poco tiempo para hacer una valoración, piensa que la experiencia está siendo positiva. «O motivo de maior peso foi que tiñamos moito tempo libre. En total, temos quince horas de clase a semana. Hoxe, por exemplo —un miércoles—, tivemos dúas horas. Ao final, hai moitas veces nas que non tes que facer. En Arzúa, como temos a nosa vida, aproveitamos para facer as nosas cousas», reflexiona el joven, que asegura disfrutar más de la vida en el rural.

Los lunes, por ejemplo, tiene clase de once a tres. Los martes, de once a dos. Los jueves si que tiene cuatro horas seguidas, de nueve a una, pero los viernes entra a las nueve y sale a las once. «Hai días nos que teño soamente dúas horas de clase», explica Bieito. Ese, en gran medida, fue el motivo por el que tomó la decisión. A parte, está el económico. Aunque nunca hizo cuentas sobre la diferencia de precio entre la gasolina de la ida y de la vuelta y lo que pagaba por su habitación y comida en Santiago, piensa que le sale rentable el recorrido de este año. Su única pega es la hora de aparcar, que a veces es «un pouco caótico». «Considero que debería de haber mais espazo, aínda que polos arredores sempre rematas atopando», sentencia en referencia a los días de lluvia como los de esta semana.