Distintos padres asistentes al exitoso parque de la Alameda, ubicado en la avenida de Compostela, admiten haberse formulado esa pregunta. Un profesor de la USC avanza la posible respuesta
17 sep 2024 . Actualizado a las 12:42 h.Fue la semana pasada cuando dos niñas de cinco años que jugaban en el exitoso parque infantil de la Alameda, en Santiago, situado en la avenida de Compostela, quisieron agasajar a sus padres con unas plantas que vieron en el talud que lo cerca. Tras subirse a él, las pequeñas recogieron dos ejemplares de flor violeta que les habían gustado. Sus madres, al recibirlos, no dudaron en sonreír, no solo por el regalo, sino porque se dieron cuenta que en esas plantas podía estar la respuesta a la pregunta que distintas familias se formulan desde que el parque reabrió, renovado, el pasado noviembre: «¿Por qué aquí huele a veces a marihuana?»
El pasado enero, en un mes invernal que batió registros por las altas temperaturas y con sucesivos días de sol, algunos padres comentaban a La Voz esa cuestión. «Al principio piensas que alguien puede estar fumando cerca, pero miras y ya ves que no. No lo hueles además solo un día, aunque es cierto que no siempre se nota», admite Esther, una de las madres que acuden con relativa frecuencia al parque y que sitúa la zona cercana al talud como el lugar donde el aroma se acrecienta. «Al principio lo pensabas sin comentarlo en alto, hasta que alguien lo verbalizó y ya todos asentimos. Decíamos: ''A mí también me huele''. Un padre avanzó que era por una planta, pero no la localizábamos», señala sobre un rastreo al que también se sumó el periódico, ayudado por Miguel Serrano, investigador del departamento de botánica de la USC.
En febrero este profesor de la Universidade de Santiago no dudó en recorrer el talud para olfatear, planta a planta, de donde podría venir este conocido aroma que, a pesar de su también reserva inicial -«Nun primeiro momento pensei que podería vir da cercana zona do Campillo, unha das habituais das xuntanzas xuvenís»-, él también, sorprendido, confirmó.
«O máis curioso é que o cheiro parece vir dalgunha planta en concreto, pero cando te aproximas non é posible identificar cal é. A planta non cheira, pero a zona si. O cheiro, ademais, refórzase tras un tempo de espera, tamén dependendo dos refachos de vento», reflexionaba en alto el experto mientras intentaba comprobar si en la combinación de diferentes especies aromáticas que se podían encontrar en el parterre, entre ellas, el romero o la violeta de olor o violeta dulce -una pequeña planta de flores violetas oscuras y aroma dulce-, podría estar la solución. Comprobado y descartado, admitía, eso sí, que era en la zona donde se hallaban esas especies —en el talud, cerca del juego infantil conocido como el castillo— donde el olor parecía ser más evidente.
En ese febrero, en un mes ya invernal, algo que tenía claro el investigador era que el aroma podría reforzarse si había mayor intensidad de calor o radiación.
Pasado el verano y con la vuelta al cole y a los parques, y tras haber regalado esas niñas a sus madres dos ejemplares que fueron identificados como Tulbaghia violacea, una planta que una simple búsqueda en Google les permitió a esas familias comprobar que «podía oler a marihuana», el investigador Miguel Serrano volvió al parque para certificar si la identificación taxonómica era correcta, que lo era, y si esta especie, ahora ya con flor, podría ser la causante del olor.
«Estando aquí, a verdade é que plausible que a Tulbaghia violacea poida ser a responsable do cheiro. Entre os matices que posúe o arrecendo emitido polas follas desta especie hai algúns que poden lembrar a marihuana e que en certas condicións poden predominar; a chave é o xofre. Esta especie pertence á familia das amarilidáceas e, se ben é orixinaria do sur de África, está emparentada cos nosos allos e cebolas», explica el profesor.
«As especies do xénero Tulbaghia emiten un recendo semellante ao do allo que ten que ver coa presenza e degradación do aminoácido cisteína, que ten presenza de xofre, en compostos orgánicos volátiles e que por tanto son compostos sulfurados. Segundo diversos estudos, o cheiro característico da marihuana tamén está parcialmente relacionado co do aliáceo, se ben cos seu propios matices, xa que é debido, precisamente, a diversos compostos sulfurados volátiles. Aí pode estar a conexión aromática, e pode ser que en condicións ambientais de maior radiación solar aumente a emisión destes compostos e tamén que teñan lugar reacción químicas, o que leve a que a densidade e tipoloxía de compostos orgánicos volátiles con xofre, sulfurados, se aproximen ao cheiro da marihuana, que tamén emite este tipo de compostos. Non teñen que ser os mesmos compostos, e seguramente non o serán, pero a presenza de xofre fai que nós o detectemos de forma parecida», razona el profesor de la USC que, de nuevo, y tras no confirmar el olor en un primer momento, instantes después lo empezó a detectar.
«Neste parque dá o sol pola tarde. É nese momento cando posiblemente sexa máis doado aprecialo», añadía, aclarando, en todo momento, que la planta es inocua y que puede ser usada como planta medicinal.
«Cando comezamos a falar deste tema, parecíame algo bizarro, pero alégrome de, posiblemente, ter resolto este enigma», celebra rindo o investigador, aunque siempre con prudencia.
Un dato apunta, eso sí, poder estar en la dirección correcta. En A Coruña, hay una zona donde también ese olor es conocido. Es una mediana ajardinada que se ubica en la calle Manuel Murguía, en un trayecto ubicado entre la glorieta del Pavo Real y el estadio de Riazor. «Aquí cheira mucho a marihuana», confirma un vecino. Consultado este coruñés ayer, él mismo envió una imagen que prueba que en esa zona hay Tulbaghia violacea, la posible causante del olor.