Empezar el curso sin piso en Santiago: «Las primeras visitas las hice en julio, pero estamos en septiembre y yo todavía no tengo habitación»

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Estudiantes buscando piso para el nuevo curso en una inmobiliaria de Santiago.
Estudiantes buscando piso para el nuevo curso en una inmobiliaria de Santiago. MARINA FERRADÁS

Con las clases de la universidad recién comenzadas, los jóvenes que acaban de ser llamados para la matrícula buscan a contracorriente un sitio en el que vivir

11 sep 2024 . Actualizado a las 10:55 h.

Son las ocho y media de la mañana y la intermodal de Santiago es un bullicio de estudiantes que llegan a la ciudad para asistir a sus primeras clases de la Universidad. El curso comenzó el pasado lunes, con unos 20.000 alumnos entre todos los grados, y, aunque buena parte de ellos ya se han instalado en la capital, los que se agrupan a primera hora en la estación de tren han decidido, por necesidad o por convicción, ir y venir todos los días. «Este año sí, voy a intentar hacer esto a ver qué tal», cuenta Paula Mosquera, una estudiante de segundo de carrera, antes de subirse en el media distancia que conecta Santiago con A Coruña a las ocho y media de la tarde. «Estuve mirando piso y lo sigo haciendo —dice antes de enseñar sus alertas en el portal inmobiliario Idealista, un estudio para una persona o apartamento con dos habitaciones, porque tampoco cree que le fuera a resultar complicado encontrar a otra compañera—, pero está complicado».

Ella explica su caso a través de su situación personal. Cuenta que el primer año de carrera vivió en una residencia en el campus norte, lejos de su facultad. Antes de que terminara el curso habló con un par de amigas para ver si se animaban a probar suerte en un piso compartido, pero ellas, que no tenían el problema de la distancia y veían constantemente las dificultades de otros compañeros para encontrar un sitio en el que vivir, decidieron continuar en donde estaban un año más. «Encontré a varias personas por redes que tenían una habitación libre en sus pisos. Algunas no se adecuaban a lo que yo quería y otras se llenaban muy rápido. Las primeras visitas las hice en julio, pero estamos en septiembre y yo todavía no he encontrado», dice la joven, que sigue buscando con las clases ya comenzadas. Con turno de tarde, coge el tren a las tres y vuelve en el de las ocho y media. Al regreso llega «corriendo», porque sus aulas terminan a las ocho.

Desde las inmobiliarias de Santiago explican que, sin comparar con la situación de los últimos días de junio y de los primeros de julio, con imágenes de colas interminables esperando por la apertura de las agencias, todavía hay estudiantes que entran por la puerta o descuelgan el teléfono preguntando por alquileres para el curso universitario. Aseguran que, desde que se liberaron los pisos, nunca dejó de haber jóvenes interesados en ellos. Si en los primeros días del verano eran multitud, el grifo sigue abierto aunque sea a cuentagotas. Aparte de los que no consiguieron encontrar una habitación y continúan arrastrando la búsqueda, están también los que han entrado en la carrera en las últimas convocatorias. Sin ir más lejos, ayer se hacía el séptimo llamamiento, que dejaba todavía a cinco grados con plazas vacantes. 

«¡Hola! Me acaban de coger en la carrera y busco una habitación en Santiago. Si sabes de algo, escríbeme por privado. Si no, ¡agradezco difusión», versaba un anuncio colgado en X, red conocida anteriormente como Twitter, la tarde del martes. Aparte de los métodos tradicionales, los universitarios mandan sus mensajes por redes y por los grupos de WhatsApp creados este verano especialmente para buscar piso, que siguen en activo. En ellos, todos los días se envían ofertas de personas que, como ellos, todavía buscan habitación con el curso ya empezado.

«¡Hola! Estoy buscando piso para entrar cuanto antes y quedarme hasta junio. Si alguien tiene algo libre, que me avise», fue el mensaje que Inma envió a principios de semana por uno de los grupos. El martes, antes de ir a clase, fue a ver una de las habitaciones que le ofrecieron por WhatsApp. «Era amplia, con luz y cerca de la facultad, estaba bastante bien», dice la joven, que cuenta haber contactado con otras tres personas más para que le mandaran, antes de acercarse a verlas presencialmente, fotos de las habitaciones. Procedente de una localidad próxima a Santiago, lleva tres cursos de carrera yendo y viniendo todos los días. Este año, por una oportunidad laboral surgida hace poco más de una semana, necesita asentarse en la ciudad. Como ella, otros tantos universitarios prueban suerte a última hora para tener un sitio donde vivir hasta junio. Mientras tanto, coches, trenes y buses seguirán en circulación.