Cuando un piso no es apto para preparar los exámenes finales: «Las ventanas son tan pequeñas que no apagamos la luz en todo el día»
VIVIR SANTIAGO
Habitaciones sin ventanas al exterior, sin escritorio en el que apoyar ordenador y apuntes... cinco universitarios reflexionan sobre cómo es estudiar en una vivienda prototípica para estudiantes en Santiago. «La mesa que tenemos para comer también la necesito para hacer las cosas de clase», dice una de ellas
28 may 2024 . Actualizado a las 12:57 h.Los universitarios de Santiago se encuentran en medio del período de exámenes finales del segundo cuatrimestre. Estas semanas, La Voz se hizo eco de las interminables colas que se forman a la puerta de la biblioteca Concepción Arenal, conocida popularmente como la Conchi, antes de que abra. «Llegué a las ocho de mañana, media hora antes de la apertura de puertas, y no conseguí encontrar sitio en ninguna de las tres plantas», contaba a este medio Fernando Noya, un estudiante allí presente. Pero, ¿por qué estos llenos en las aulas de estudio de la USC? ¿a qué se debe la demanda cuando, pensando en la comodidad, como en casa en ningún sitio? Lo que está claro es que, año tras año, suceden las mismas imágenes. En la puerta de Dereito, cuyas salas son las únicas que abren las 24 horas del día, un grupo de universitarios responde: «Si me quedo en el piso no soy capaz de concentrarme».
Continúa la conversación y detalla: «El escritorio de mi habitación es muy pequeño, casi no puedo sacar los apuntes y el portátil a la vez». Como él, en segundo año de Medicina, otros tantos jóvenes padecen la misma problemática. Los pisos de estudiantes, además de escasos, no siempre gozan de unas condiciones óptimas para, en este caso, poder estudiar. Habitaciones diminutas, del tamaño de un armario, humedades o problemas con el propio mobiliario de la casa, viejo en los pisos más baratos, dificultan la tarea de los estudiantes en estas fechas. Cuesta encontrar a los que no se decantan por la biblioteca tanto para memorizar como para hacer trabajos. De todos los consultados para elaborar estas piezas, prefieren en su gran mayoría estudiar en las aulas de la USC.
«Ahora, aunque los días sean más largos, a las siete de la tarde ya se ve todo oscuro», explica Darío M., estudiante de segundo curso de ADE. Enseña su piso, con cinco ventanas y todas interiores. Vive en el Ensanche, en las inmediaciones de la Praza Roxa, pero ninguna de sus habitaciones da al exterior. En dos de ellas, las más pequeñas, las ventanas apenas llegan al metro de ancho. «En estas dos la luz tiene que estar siempre encendida», continúa. El salón, alargado, termina con otra ventana al mismo patio de vecinos. Pese a todo, no se queja de su situación. «Por esta zona es difícil de encontrar y hay pisos que doblan en precio lo que pagamos nosotros, que son unos 650 euros al mes —a dividir entre cuatro— más gastos. Quizás priorizamos la ubicación a las propias condiciones de la casa, sabíamos a lo que veníamos», explica.
Él y sus otros tres compañeros suelen ir a las bibliotecas, tanto a la de su facultad, en el campus norte, como a las del campus sur que abren también los fines de semana. Desplazarse a las aulas de estudio es algo que tiene ya completamente interiorizado. «Se nota que el piso es viejo y eso hace que sea más barato de lo normal por aquí», dice. Las paredes son todas amarillas y tienen marcas de desgaste. Probablemente, de haber colgado cuadros o imágenes. Dos de ellas no tienen cortinas, solo persianas. En ninguna hay más muebles que la cama, una cómoda y una pequeña mesa de estudio, que para ellos es suficiente. Suelen trabajar en la biblioteca o, en todo caso, en la mesa del comedor, que antecede al salón, con tres sofás y una pequeña mesita donde ponen la tele. En cuanto a muebles, hay lo básico y fundamental.
Alba Fernández, estudiante de máster, vive en un estudio de «no más de 25 metros cuadrados». «Está todo junto: la cama, el sofá, el mueble del salón, la cocina y, ahí, una mesa que, además de para comer, uso para estudiar y trabajar», explica esta joven. En su ático, con una pequeña ventana que también da a un patio interior, es el único espacio que tiene para apoyar el portátil y los apuntes sentada en una silla. «Realmente, cuando me quedé con el piso no había ni pensado en esto. Había tan pocos y eran tan caros, que me quedé con el primero que entraba en mis posibilidades y necesidades», recuerda. Ahora, después de dos temporadas de finales vividas en el estudio, todavía no es capaz de sentenciar si le merece la pena o si no. «¿Me gustaría tener un piso más grande y con más comodidades? Sí. ¿Que siendo realista pienso que puedo llegar a encontrar una opción mejor a esta? Lo veo complicado. ¡Y mira que tampoco pido demasiado! Solo una habitación separada de la cocina y del baño», bromea.
Sobre los escritorios diminutos que tienen algunos pisos de estudiantes reflexionan también Diego, Brian y Alejandra, tres jóvenes que descansan a media tarde en las inmediaciones de la biblioteca Concepción Arenal. «Cuando quiero hacer algo de clase me voy a la cocina, que ahí tenemos una mesa bastante grande», explica ella, que en el piso que comparte en el Ensanche con tres personas más no tiene escritorio en su habitación.
El problema viene cuando quiere trabajar a las mismas horas que sus dos compañeras quieren hacer la comida. «A veces, sobre todo en exámenes, que estamos todo el día estudiando, es difícil de compaginar», continúa, admitiendo que, cuando hay más gente en la cocina, se lleva los apuntes a su dormitorio. Por eso, cuando sabe que va a tener que que dedicar tiempo a la tarea, baja a alguna biblioteca del campus sur, a unos cinco minutos caminando de su casa. Diego, que tiene un escritorio pegado a la pared, reflexiona acerca de su tamaño. Para escribir, con los dos brazos sobre la mesa, «no es demasiado cómodo». «Es cierto que si quieres sacar bolígrafos, subrayadores, papeles y tablet, se queda un poco pequeño», explica.
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Con los exámenes a la vuelta de la esquina, las aulas de estudio y bibliotecas de la USC amplían sus aperturas para satisfacer las necesidades de los estudiantes. A continuación, los horarios completos:
Las que abren los siete días de la semana y en horario extendido:
Biblioteca de Dereito
- Abierta las 24 horas hasta el 5 de junio.
- De 08.30 a 03.00 horas del 6 al 9 de junio.
Biblioteca Concepción Arenal
- De 08.30 a 00.00 horas hasta el 9 de junio.
- De 09.00 a 22.00 horas del 10 al 30 de junio.
Biblioteca de Ciencias Económicas e Empresariais
- De 08.30 a 22.00 horas hasta el 9 de junio.
Biblioteca de Bioloxía
- De 08.30 a 22.00 horas hasta el 2 de junio.
Las que abren entre semana y en horario regular:
En el campus norte:
- Biblioteca de Comunicación: De 08.30 a 20.00 horas
- Biblioteca de Educación: De 08.30 a 21.00 horas.
- Biblioteca de Filoloxía: De 08.30 a 21.25 horas.
- Biblioteca de Enfermería: De 08.30 a 21.30 horas.
- Biblioteca de Óptica e Optometría: De 08.30 a 21.30 horas.
- Biblioteca de Medicina: De 08.30 a 21.30 horas.
En el casco histórico:
- Biblioteca de Historia: De 08.30 a 21.30 horas.
- Biblioteca de Filosofía: De 08.30 a 21.30 horas.
- Biblioteca Xeral: De 08.30 a 21.30 horas.
En el campus sur:
- Biblioteca de Química: De 08.30 a 20.15 horas.
- Biblioteca de la ETSE: De 08.30 a 20.30 horas.
- Biblioteca de Farmacia: De 08.30 a 21.00 horas.
- Biblioteca de Psicoloxía: De 08.30 a 21.00 horas.
- Biblioteca de Matemáticas: De 08.30 a 21.30 horas.