Todo lo que no se vio del concierto de Fillas de Cassandra en Santiago: «De súpeto, avisáronnos de que o aforo estaba a piques de completarse»
VIVIR SANTIAGO
María Soa y Sara Faro cuentan a este medio algunos detalles, impresiones y curiosidades sobre el que piensan que ha sido su concierto con más público hasta la fecha: «Era unha das nosas metas vitais, tocar aquí, na Praza da Quintana, pero nunca pensamos que puidera chegar a acontecer»
11 may 2024 . Actualizado a las 20:59 h.Antes de comenzar sus conciertos, María Soa y Sara Faro suelen asomarse por los laterales del escenario para ver lo que les espera. Como costumbre, para matar los nervios o quizás para avivarlos, miran y comentan. Minutos antes de que dieran las nueve de la noche —hora prevista para el arranque de su concierto en la Praza da Quintana—, el personal de producción les dio un chivatazo infrecuente que ellas mismas pudieron comprobar al salir a escena: «De súperto, avisáronnos de que o aforo estaba a piques de completarse e de que non podían deixar pasar a moita mais xente. Nós pensábamos: ‘Pero é posible que isto nos esté pasando a nós?», recuerdan en conversación con este periódico. Su espectáculo, coreografiado de principio a fin, comienza con una fila india mirando hacia su derecha, sin contacto visual directo con el público: «Ao saír, nós escoitábamos berrar á xente. No momento no que nos dimos á volta, a nosa cara debeu de ser un cuadro da sorpresa».
No ha pasado ni un día y con el recuerdo todavía latiendo en sus cabezas —«unha imaxe imborrable», dicen— desgranan los detalles, impresiones y curiosidades de la noche. Con el mundo parado en el momento en el que se giraron hacia la Praza da Quintana, Sara Faro recuerda las ganas de querer compartirlo con su compañera. «Temos o inicio do concerto tan milimetrado que non podíamos xirar a cara para mirarnos e dicir: ‘En serio estamos vivindo isto?' Eu quería comprobar con María que, efectivamente, a escena que tiñamos diante era real», explica la viguesa. Aunque no se aventuran a catalogar el concierto de la Ascensión como el más numeroso hasta la fecha, sí piensan que, si en alguno hubo tanto público, fue porque se englobaba dentro de un festival. «Por iso o de onte foi tan especial. A xente que había alí estaba para vernos a nós, non esperando ao seguinte artista do cartaz», continúa Faro.
Ambas recuerdan como, de pequeñas, asistían a los conciertos que se hacían en la Praza da Quintana con motivo de las fiestas. Por ese escenario pasaron, entre otras, sus queridas Tanxugueiras o Rosalía presentando El Mal Querer. «Era unha das nosas metas vitais, tocar aquí, na Quintana, pero nunca pensamos que puidera chegar a acontecer», continúa la artista. Para ellas, es el resultado del trabajo puesto en el proyecto, de una carrera de fondo que comenzó hace dos años y que continúan a día de hoy. Si cifran sus conciertos del verano pasado en más de sesenta, piensan que cada uno de ellos fue una semilla que ahora florece: «Percorrimos Galicia enteira, de vila en vila, tocando en escenarios mais grandes e mais pequenos. Con iso, ademais de gañar táboas, tamén vas sumando persoas ás que lles gusta o proxecto. Igual, se non tivéramos chegado a esa vila concreta dese lugar que parece tan remoto, non había onte algunhas das persoas que estaban».
Aunque afrontan sus espectáculos con un guion claro, pero cuentan como curiosidad que la parte más improvisada del directo fue, quizás, en la que mandaron al público encender las linternas de sus móviles. Empezaron a cantar de día, se hizo de noche y, de pronto, como unas olas que vienen y van, la marabunta que se había formado en la Quintana subía y bajaba las luces cuando ellas lo indicaban con el brazo. «Sempre pensamos que esa idea romántica era algo que tiña saír automáticamente da xente, pero nesta ocasión mirei a Sara e ambas dixemos: ‘Temos que facelo'. Eu penso moito en como estaremos dentro duns anos, en como lembraremos estes concertos e estas emocións. Nese momento das linternas fun consciente de que estas cousas, como reunir a tanta xente nese espazo, se viven moi poucas veces», explica María Soa.
Cuentan que el juego de luces solo lo habían hecho en dos ocasiones más. La primera, en un colegio de primaria en el que estaban prohibidos los móviles. De pronto, sin que ellas lo pidieran, los alumnos los empezaron a sacar de sus escondites para encender las linternas. «A segunda foi nun deses concertos que saíron regular. Por eso pensei que agora tiña que solucionarse», continúa Soa, artífice de la idea. Acostumbradas a públicos «mais pequenos que nos permiten achegarnos, falar e crear silencios», cuentan que necesitaban ese momento de calma.
Cuando parecía que el concierto había terminado, Fillas de Cassandra volvieron a escena para lanzar un ultimátum a modo de canción. Con gafas de sol, escenificando lo que uno se puede encontrar al llegar a una rave, comenzaron a cantar una versión en gallego de Maricarmen, el clásico de La Pegatina. «O ano pasado, cada vez que chegabamos a un concerto, era a hora de Maricarmen. Poñíamos a canción na furgoneta, dábamos palmas e cantábamos moi forte», cuenta María Soa. «Era o que poñíamos para motivarnos. Cando necesitábamos reactivarnos despois do traxecto e antes dunha proba de son de tres horas. Poñíamos a todo volumen, baixando as ventás e todo para fora», añade Sara Faro. Por eso, incluirla como broche final para el espectáculo es un intento de que, si alguien se perdió por el medio, se reactive.
Pero, ¿por qué al final y no antes? «É unha maneira de rematar o concerto dicindo que esperen, que ímonos de festa nós tamén», explica Faro. «Podíamos tocar Barre vasoira ou algo así, pero con esta canción é como dicir: ‘Mira, aí os deixamos a primeira canción que pinchan na discoteca, agora marchamos todo para alá'», añade su compañera. No obstante, la promesa no siempre se cumple. «Cando rematamos un concerto sempre temos a previsión de rematar de festa, pero ás veces estamos tan extasiadas que non imos a ningún lado», continúa Soa. Cuando terminó el concierto de la Quintana, volvieron a pisar el escenario mientras que la gente desalojaba la plaza. Se sentaron allí, viendo como todo el mundo iba saliendo poco a poco, para alargar el recuerdo de la noche, asimilando lo que acababa de ocurrir.
Sobre la versión de Maricarmen continúan diciendo que, al sacarla, les hablaron los de La Pegatina para decirles que «lles molara un montón». «Sempre se fala de ir de festa, no reguetón moitas mulleres refírense a rematar xuntas de party. As fillas, estas que vedes aquí cortadiñas, tamén saímos de festa. É sacarnos dese papel de ser as nenas boas de Galicia», reflexiona María. Cuentan que ambas consolidaron su relación gracias al baile, algo que ambas disfrutan una vez que el resto de su equipo se marcha a casa. «Cando nos coñecimos, atopamos que funcionábamos moi ben saíndo de festa. É un punto importante, como ser capaz de divertirte e desfogar, de ser capaz de estar bailando sen pensar en nada mais», sentencia.