La polémica madrileña por los pisos de 18m² también habita en Santiago: «No me quedaba otro sitio donde vivir»

C. N. LA VOZ / SANTIAGO

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El usuario de TikTok @davidporloscodos triunfa con vídeos de las reacciones de sus amigos al conocer el minipiso en el que reside en Madrid
El usuario de TikTok @davidporloscodos triunfa con vídeos de las reacciones de sus amigos al conocer el minipiso en el que reside en Madrid TikTok

Los profesionales del sector inmobiliario explican el «modus operandi» de algunos propietarios: reacondicionar trasteros para ofrecerlos como (mini) viviendas

05 feb 2024 . Actualizado a las 21:30 h.

Una cifra de tres dígitos es lo que puede llegar a costar al mes el alquiler de un trastero de menos de veinte metros cuadrados en Santiago. En realidad, aunque sea una planta en el subsuelo, en los portales inmobiliarios se anuncia como un piso. La función que le otorgan sus propietarios no es la de almacenar las cosas que no se quieren tener en casa, sino la de una casa como tal. Siguiendo la tendencia que se estila en la capital gallega, su renta no es asumible para todos los bolsillos. Y, aunque resulte desesperado, los inquilinos —ya sean estudiantes o vecinos del barrio— se los rifan: ¿cómo es la vida en un piso cuyo tamaño podría ser el estándar de una habitación para niños?

La polémica resurge a raíz de una serie de vídeos publicados por un conocido influencer conocido en TikTok como @davidporloscodos. Este joven canario residente en Madrid se hizo viral por enseñarle a sus amigas su vivienda de 17 metros cuadrados. Les tapa los ojos y, cuando los abre, graba su cara de asombro. «Parece una casa de juguete», dice una de ellas en uno de los vídeos con más reproducciones. Tiene la cama justo encima del baño y, si extiende el brazo, llega a la cocina. Para dormir, tiene que subir unas escaleras.

@davidporloscodos

Mi amiga de la universidad reacciona a mi cada de 18m2 en el centro de Madrid

♬ sonido original - David

Aunque Madrid quede a más de 600 kilómetros y los alquileres lleguen a niveles económicos prohibitivos, los patrones que existen en la capital estatal también se extrapolan a la capital gallega. Aunque no son mayoría, en Santiago existen pisos de quince, dieciséis, dieciocho, diecinueve y veinte metros cuadrados en los que, a veces, viven hasta dos personas. No es algo que toque únicamente a los jóvenes que no encuentran una habitación en un piso compartido, sino también a compostelanos que, ante la oferta nula de inmuebles, se ven obligados a quedarse con lo que hay. 

En el demandado barrio de San Pedro, justo donde confluye con Fontiñas, una usuaria de las aplicaciones para buscar casa anuncia un piso. «Es pequeño, recomendado para una sola persona», alerta en la descripción. La dueña prefiere mantenerse en el anonimato, pero explica a este periódico que, desde que lo arrenda —algo que hace desde tiempo atrás—, nunca han transcurrido más de dos meses sin que encontrara inquilino. Son 17 metros cuadrados y pide por él cuatrocientos cincuenta euros al mes.

Es la planta menos uno y para acceder, en vez de subir las escaleras, hay que bajarlas. Aunque su función original era la de trastero, lo adaptaron para poder alquilarlo y sacar una nómina extra. Dentro tiene una ventana —casi en el techo— desde la que se ven las ruedas de los coches aparcados en la calle. Ahí todo está a mano: la cama, el baño y la cocina se separan entre sí por poco más de tres pasos. Cuenta la propietaria que la última inquilina estuvo casi un año viviendo ahí. El anterior a ella, unos seis meses. Decidió marcharse porque la vivienda de su pareja, con la que había empezado tiempo atrás, era más grande. No obstante, explica que en ese trastero de diecisiete metros cuadrados también han vivido dos personas juntas.

María —nombre ficticio— estuvo durante casi un año viviendo en un piso por la zona de Belvís que no llegaba a los veinte metros cuadrados. Se mudó a Santiago de repente, por motivos laborales. No conocía a nadie que tuviera una habitación libre y necesitaba encontrar cuanto antes un sitio para dormir. Entonces, a raíz de un anuncio colgado en Idealista, llegó a esa dirección. La forma del apartamento era la típica de un estudio de concepto abierto, pero el tamaño era más reducido que el de los otros que había visto.

Imagen del parque de Belvís
Imagen del parque de Belvís Sandra Alonso

«Era eso o nada. No me quedaba otra opción para vivir», explica la joven de veinticuatro años. Estaba reformado, eso sí, pero nada más levantarse de la cama estaba ya en la cocina. Era un «minipiso», o así es como lo llamaba cariñosamente con su grupo de amigos, aunque, pensándolo mejor, poco tenía de bonito. Pagaba casi cuatrocientos euros y, en cuanto encontró una opción mejor —con el baño, la cocina y la habitación separados por paredes—, se mudó.

Desde las inmobiliarias explican que los pisos de menos de veinte metros cuadrados son una rara avis, pero que los hay. Normalmente pertenecen a particulares y se pagan en negro, ya que las condiciones de habitabilidad requeridas en Galicia no permiten ofrecer este tipo de inmuebles. Desde Julio Gerpe, la inmobiliaria más grande de Santiago, explican que entre los pisos que tienen alquilados y los que ofrecen en este momento para alquilar, no hay ninguno que baje de los treinta metros cuadrados.

Lo corroboran otras inmobiliarias consultadas por este periódico, que aseguran no arrendar nada por debajo de este tamaño. «Nosotros hemos visto pisos muy pequeños, pero no los podemos coger», explica el profesional encargado de los alquileres en una de ellas. Entre los pisos más pequeños que ha visto en sus años al frente del negocio, recuerda un ático que no sobrepasaba los diez metros cuadrados. Era un trastero que habían habilitado con una pequeña cocina, un cuarto de baño y una cama de noventa centímetros. 

Otra profesional del sector inmobiliario explica que el piso más pequeño que han alquilado jamás tiene veintiocho metros cuadrados. De hecho, en estos momentos está ocupado. Eso sí, está completamente reformado y toda la fachada exterior son unas galerías. «Los pisos deberían de tener un mínimo de metros cuadrados, pero en las casas antiguas hay veces en las que no se cumple», explica. Hay muchas partes de Santiago, como la zona monumental y los alrededores, en las que los edificios tienen años y años de antigüedad.

@davidporloscodos

Mi amiga reacciona a mi piso de 18m2 en Madrid.

♬ sonido original - David

Todas las fuentes consultadas coinciden en que gran parte de las viviendas que bajan de los veinte metros cuadrados son desvanes reformados. Dan fe de una tendencia: los propietarios ponen un cuarto de baño, una cama y una cocina en la misma habitación y lo alquilan. «Es muy raro encontrar pisos normales tan pequeños. Suelen ser trasteros, ya sean en áticos o en el subsuelo, que el dueño ha reacondicionado para sacar una renta a mayores. Los suelen alquilar por su cuenta, las inmobiliarias no podemos coger eso», sentencia. 

Una polémica similar se viralizó en las redes sociales hace un par de meses. Un usuario exponía en su perfil de X —red conocida anteriormente como Twitter— un anuncio de Idealista en el que un propietario ofrecía en alquiler un sótano en una planta menos tres del barrio de Fontiñas. «Na información do anuncio se aclabara que se trataba 'dun piso en planta sótano menos 3, totalmente interior. Distribuido en 2 habitaciones, 1 baño completo, salón y cocina totalmente equipada. Se alquila sin muebles...'», explicaba la joven que encontró el anuncio a La Voz por aquel entonces.

El problema de los alquileres en Santiago es algo que viene de largo. Que no hay oferta, que la existente es demasiado cara para algunos bolsillos o que para alquilar hay que pasar por un sinfín de filtros que establece el propietario son algunas de las quejas más frecuentes por parte de los vecinos compostelanos. Se habla de los pisos reconvertidos en viviendas turísticas o de los estudiantes que, por los altos precios, se establecen en el área metropolitana para pagar una renta más asequible. Con el mercado inmobiliario cada vez más complicado, surgen nuevas formas de vivienda que desatan el debate social.

Si quieres compartir tu experiencia en alguno de los pisos en los que has vivido puedes enviárnosla al correo electrónico vivirsantiago@lavozdegalicia.es