La enésima batalla por tener sitio en las bibliotecas de la USC: «Ahora la moda es retirar los apuntes que guardan plazas»

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Huecos libres pero ocupados en la biblioteca Concepción Arenal, de la USC.
Huecos libres pero ocupados en la biblioteca Concepción Arenal, de la USC. XOAN A. SOLER

A pesar de que todos los años hay tensiones por los puestos, algunos estudiantes señalan que esta temporada de exámenes es todavía peor porque se ha dañado un poco la buena convivencia habitual

13 may 2023 . Actualizado a las 09:53 h.

Como cada año, la llegada de los exámenes finales agudiza el ingenio a los universitarios de Santiago para encontrar puestos de estudio en las bibliotecas de la USC. Matarían por un espacio en la sala de lectura de Dereito, que claramente le está ganando la partida a la Concepción Arenal como la biblioteca de moda, y justo por eso se está convirtiendo ahora en el epicentro de las disputas por una silla, por triste que suene.

«Ahora la moda es retirar los apuntes que guardan plazas cuyo dueño se ha ido», comentan unas estudiantes de Relaciones Laborales a su salida, que ellas también descansan. Estas pausas se respetan más, que todo el mundo las hace y son necesarias hasta para rendir, «pero hay auténticos aprovechados que llegan por la mañana, dejan sus cosas y se marchan dejando el sitio ocupado, si es que no las abandonan allí ya por la noche, al estar la sala de Dereito abierta las 24 horas», comentan las muchachas.

Una de ellas, mientras se marcha con prisa a por un café para volver al estudio con energía, comenta que hace unos días les quitaron a ellas mismas las carpetas que guardaban sus sitios, «algo que se ha hecho toda la vida», y que por eso ahora ellas lo harán en cuanto lo necesiten. «Es más, alguna vez ya lo hemos hecho, sobre todo ante los listos de por las mañanas. Es tan fácil como coger las carpetas o los folios y echarlos hacia el centro de la mesa, de manera que los puedan recoger cuando quieran pero que no molesten a nadie».

Apuntes acumulados en la sala de lectura de Dereito el jueves de esta semana a las siete de la mañana.
Apuntes acumulados en la sala de lectura de Dereito el jueves de esta semana a las siete de la mañana.

No se nota solamente la tensión entre los estudiantes de la Universidade de Santiago, pues en la Concepción Arenal y en Dereito también se aplican muchas veces alumnos de bachillerato, que preparan sus exámenes del selectivo. «Antes estes ían máis tranquiliños, que eu tamén era das que ía estudiar á Conchi en segundo de bacharelato e non lles rosmaba aos universitarios», señala Tamara, estudiante de Educación Social que descansa al sol ante las puertas de la biblioteca. Da fe de que ahora estos jóvenes, que no pertenecen al sistema de la USC, también se remangan la camisa y liberan sitios con apuntes abandonados, «cousa á que eu non me atrevería na vida se fose eles».

Parece que ya hay cambio generacional entre bachilleres y universitarios, al menos según el testimonio de Tamara. Descansa a su lado Irene, compañera de grado, que hace un balance global de la situación: «O que non se pode negar é que este ano todo está máis tolo», hasta el punto de que se aprecia la rotura del buen ambiente habitual y del compañerismo.

Los bibliotecarios de la Conchi y el personal de conserjería de la facultad de Dereito sí aprecian el elevado número de puestos vacíos pero ocupados que se encuentran a veces en las salas de estudio, pero tampoco ven nada más a mayores de eso. «É certo que nos chegan rapaces que piden que retiremos certas cousas, pero é que en anos anteriores ata nos ten vido xente chorando porque non había sitio, de modo que todo está máis ou menos coma sempre», apuntan desde la recepción de la Concepción Arenal.

«Dejo las cosas y vuelvo rezando para que sigan»

Uno de esos «aprovechados» y «listos», como dirían aquellas alumnas de Relaciones Laborales, es Antonio, estudiante de Ciencias Políticas. No se corta al aparecer por Dereito a primerísima hora, «a eso de las siete y cuarto», dejar sus apuntes «y volver rezando un par de horas después para que sigan». En ese tiempo a Antonio le da para irse al gimnasio, sabiendo que, si todo va bien, tiene sitio asegurado. «El otro día me funcionó, iremos viendo qué pasa».

Lo acompañan Jorge, de Ingeniería Química, y Enrique, que juega en casa al ser de Derecho. Señalan ambos, además de Antonio, que el truco está en dejar algo más que un papel o una libreta, que eso lo quitan, «siendo lo ideal dejar un ordenador, una botella de agua o un estuche con todos los bolígrafos tirados, que ahí sí que no se atreven a quitarlo los conserjes por miedo a perder alguno». Estos últimos tienen las manos atadas, pues carecen de la infraestructura que tiene la Conchi para gestionar todos estos problemas, a la vista está.

Con respecto a los cambios de este año, ellos indican que no es para tanto. «Yo noto todo como siempre, siendo unos días más intensos que otros pero todo siguiendo la misma línea de buen rollo y compañerismo», dice uno mientras los otros le dan la razón. Critican, eso sí, una hecho que ya es cíclico: cuando hay exámenes, en las bibliotecas es más difícil que nunca estudiar, pues no hay ni donde sentarse.