Una pareja joven que busca alquiler en Santiago: «Minutos después de llamar para ver un piso, subió su precio 50 euros y nos lo tuvimos que comer»

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Los dos jóvenes revisando en sus móviles las últimas actualizaciones de dos portales inmobiliarios.
Los dos jóvenes revisando en sus móviles las últimas actualizaciones de dos portales inmobiliarios. Sandra Alonso

La búsqueda de vivienda en Compostela se hace muy complicada para los menores de 30, que ya no se plantean ni comprar

19 may 2023 . Actualizado a las 21:54 h.

Lourdes y Brais son dos jóvenes de 25 años que buscan piso en Santiago. Son pareja, de modo que se quieren mudar juntos porque ambos están ya trabajando en la capital gallega y desean estabilizar su vida tras sus años universitarios. Esos nombres con los que se presentan son ficticios, pues prefieren no revelar su identidad para no salir perjudicados en las competiciones que organizan los caseros para alquilar su piso a esta o aquella persona.

Sí, competiciones. No es exagerado emplear esta palabra después de escuchar el testimonio de los jóvenes. «Estamos viviendo una auténtica carrera de fondo, en la que no hay que perder nunca los nervios, pues la frustración es nuestro estado natural: piso que visitamos, piso que nos quitan porque siempre en el último momento aparece un candidato mejor», critica Lourdes, con una voz que suena más a rabia que a sosiego. 

Su situación por el momento es relativamente tranquila, ya que todavía disponen de margen para poder seguir teniendo criterio, pero sus contratos de alquiler actuales se acaban y tienen que encontrar algo ya. «En estos momentos tenemos cada uno una habitación en pisos diferentes, pero nos queremos mudar juntos y comenzar a hacer nuestra vida. En estos meses de búsqueda que ya llevamos nos está siendo complicado encontrar nada que nos parezca habitable, y todo lo que nos convence nos lo quitan de las manos».

Pero cada vez que salen a la jungla que es la calle la impotencia renace. El proceso comienza todavía en casa, donde Brais y Lourdes peinan a diario los portales inmobiliarios. Cuenta ella que no ha desactivado desde septiembre las alarmas que le saltan en su móvil cada vez que se publica en internet algún anuncio de un piso que se adapte a sus criterios, «o sea, desde que encontré el que estoy viviendo por mi cuenta». Cuando efectivamente esa notificación que le salta en su móvil incluye una oferta interesante, no tardan más de unos segundos en llamar y concertar una visita a la vivienda.

«Temos visto de todo, dende pisos aos que non lles da para abrir as portas das habitacións porque turran coas camas ata outros que practicamente non tiñan ventás… Aínda que é certo que tamén estivemos en pisos que eran perfectos e luminosos, pero para eses nunca nos pillan». A lo que se refiere Brais es a que los propietarios se guardan el derecho a elegir a sus inquilinos y siempre eligen a alguien «mellor ca nós por unha cuestión de renda, de idade, ou do que sexa».

Ellos han quedados segundos, de suplentes, en muchos de estos castings que organizan los caseros. Lo que hacen es llamar a todos los interesados al piso en alquiler por separado para que lo vean, pero en realidad los están juzgando a ellos. Allí les preguntan por sus datos y sobre todo por cuánto y de qué manera cobran. «Nos tiene pasado muchas veces que nos seleccionen, a los dos días aparezca alguien que el casero considera mejor y nos deje de lado en ese momento».

No es solo eso, pues los caseros ponen las cláusulas que ellos quieren. Y si no son legales, pues se cobran en negro. «Se nos tienen pedido varios meses de fianza, adelantos de pagos de mensualidades enteras… De todo, con total impunidad y sin seguridad jurídica alguna para nosotros», expresa Lourdes. Justo por ello ya casi admiten cualquier cosa en ese sentido, tienen trabajo y son solventes, pero lo que no toleran es que se les «vacile», como algún propietario ha hecho ya. «Nunha ocasión fumos o antes que puidemos ver un piso a Santiago estando na Coruña por medo a que nolo quitaran, porque nos gustaba moito. Cando chegamos á cita o propio dono díxonos que o sentía moito, pero que xa estaba alugado a outra xente».

Algo similar le pasó a Lourdes un día, en este caso con una cita médica. «Llamé el miércoles antes de Semana Santa para ver el piso cuanto antes y me dijeron que sería el lunes la visita pero no me dijeron la hora. De modo que ese mismo día me llamaron para decirme que si podía verlo el martes por la mañana, a lo que les respondí que no podía porque tenía una cita médica, que si podría ir esa tarde al piso para verlo. Me contestaron que no, por lo que les dije que cambiaría la cita para poder acudir a la que ellos me habían propuesto, el martes por la mañana. Mi sorpresa fue cuando el lunes a las ocho y media de la tarde me mandaron un mensaje para decirme que la vivienda ya había sido alquilada. No pedía más que una disculpa además, pero ni eso».

Justo en ese momento, cuando Lourdes y Brais están recitando al periodista de La Voz sus peripecias, le llega una alerta a Lourdes y puede verse todo el proceso en directo. Tras un vistazo rápido a las fotos que salen en el anuncio, la joven pareja se apresura en llamar a los ofertantes. Les dice Lourdes, ahora en gallego: «Boas, chamo preguntando polo piso que acabades de publicar en nun portal inmobiliario. Somos unha parella, os dous de 25 anos, temos nómina os dous e capacidade de dar un aval, teletraballamos polo que pode ser que consumamos algo máis de electricidade e non temos cans nin gatos. Poderiamos ver a vivenda?».

La negociación ha sido exitosa y la joven apalabra para el día siguiente la visita. Se muestra muy contenta, pues los 450 euros que pide el anuncio son más que asequibles para ese piso, «pois o prezo medio supera xa os 550 se non chega aos 600 por un apartamento de dúas habitacións», apunta Brais. Cuando se habla de un cuarto solamente, las cifras se mantienen similares.

Ni media hora más tarde, el anuncio desaparece ante la impotencia que les vuelve a salir por los ojos a estos dos muchachos. Unos minutos después, la publicación vuelve a la web pero ahora por 500 euros, 50 más que antes. «Esta ya nos la sabemos, ha llamado mucha gente y han subido el precio… Y lo peor es que nos sigue pareciendo bien», comenta Lourdes, aunque habla por ella más la resignación que ella misma.

Estos meses de búsqueda les han servido para aprender a diferenciar buenas ofertas y timos. Saben que en Santiago es importante que el sol le de a la fachada principal del edificio, por ejemplo. Y también les ha dado tiempo para aprenderse los portales inmobiliarios de memoria: «Eu penso que os dous temos na retina xa para sempre eses dous ou tres pisos aos que o propietario lles edita o anuncio cada día para que sigan aparecendo ao comezo da páxina, pero que ninguén quere porque están fatal».

En este sentido comentan que, en general, el parque inmobiliario de Compostela está viejo y que si no se arregla es porque todo se alquila. Da igual que se busque en el Ensanche, en el casco histórico, en Vite o Vista Alegre, los únicos pisos que están algo nuevos y a precios asequibles están en las afueras de la ciudad, a donde cada vez se plantean más irse. No les quedará otra, que ya no pueden más, pero lo que sí les cabe un poco más de resignación, que esa ya va intrínseca con ellos mismos.

Alquilar es difícil pero comprar ni se plantea

En su informe anual publicado el miércoles, el Banco de España hacía público que, según sus datos, un 36 % de los menores de 35 años poseían una vivienda en propiedad en el 2020 en España. Esa misma cifra, en el 2011, ascendía hasta el 69 %. El alquiler ahora es su medio de vida pero no por gusto, pues la propia Lourdes lamenta que se esté concentrando la propiedad inmobiliaria en cada vez menos manos y que la gente joven ya no contemple siquiera el tener un piso propio hasta pasados esos 35 años, si es que lo llega a tener algún día.

Todo ello, sumado al hecho de que Santiago y Galicia posean cada vez menos vivienda dentro del parque para alquilar hace muy complicada la vida de muchas parejas jóvenes como Brais y Lourdes. La Ley de Vivienda, recién estrenada por el Gobierno, pretende solucionar todos estos problemas, además de las medidas en materia de vivienda pública que Pedro Sánchez ha anunciado recientemente. No todos están contentos, pues la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein) alerta de que esta nueva pauta regulatoria retirará del mercado unos 20.000 viviendas solamente en Galicia.

 Si quieres compartir tu experiencia durante la búsqueda de piso puedes enviarnos información al correo electrónico vivirsantiago@lavozdegalicia.es