Los compostelanos dudan de la nueva Ley de Bienestar Animal: «Para tener un hijo no hace falta curso, ¿por qué para un perro sí?»

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

A Jesús su hija le ha dejado la perra mientras está de viaje.
A Jesús su hija le ha dejado la perra mientras está de viaje. Andrés Vázquez

Desde las clínicas veterinarias ven con buenos ojos todas las medidas que ayuden a garantizar el buen trato a las mascotas, justo lo que se espera de esta normativa

29 mar 2023 . Actualizado a las 19:50 h.

El Gobierno vio aprobada su Ley de Bienestar Animal hace un par de semanas en las Cortes y hoy ha sido publicada definitivamente en el Boletín Oficial del Estado, por lo que en seis meses entrará en vigor. Ante el nuevo panorama, los compostelanos con perro no las tienen todas consigo sobre los cambios que plantea, en teoría orientados a acabar con el maltrato animal en cualquiera de sus formas. Si bien es cierto que algunos ven con buenos ojos el texto, otros lo consideran exagerado.

A su alrededor se ha expandido una nube de desinformación. Se dijo de esta ley que iba a penalizar hasta el matar a una araña dentro de casa, algo totalmente ilógico, así como también que los perros y los gatos iban a tener un carné como el DNI. Lejos de los bulos, los cambios fundamentales de esta nueva normativa son la incorporación de un curso para todos aquellos que quieran ser dueños de un perro, así como la imposición de tener un seguro por los daños que este pueda ocasionar independientemente del tipo de raza.

Los expertos, veterinarios en este caso, son los primeros a los que se les plantean dudas sobre el impacto de la ley. César Planes, de la respetada clínica veterinaria San Roque, ve con buenos ojos en principio la implantación de este nuevo marco legal, sobre todo del curso que se les va a solicitar tener superado a las personas que quieran hacerse con un perro, sea adoptando o comprando a un distribuidor autorizado.

Todavía no es firme el contenido de sus clases ni tampoco su duración, pero Planes tiene su propuesta. «Penso que todo o que sexa mirar pola seguridade dos animais é moi positivo e, se estes cursos logran que o dono aprenda cousas novas neste eido, van ser útiles seguro», comentó el facultativo, que se pronunció también sobre los contenidos de las clases: «Deberían centrarse en concienciar nas responsabilidades que supón ter un can, por exemplo ensinando a ser consciente de que o animal non é unha persoa e non pode ser tratado como tal porque non é bo para el». Para entrar en materia más profundamente con cada ejemplar, dice Planes, conviene hacerlo en colaboración con un veterinario.

La visión del compostelano no es tan positiva, al menos en un principio. Basta con darse un paseo por la capital para comprobar que los dueños de perros, que los pasean por calles y parques, ven en general exageradas las medidas que incorpora la nueva ley. Una de las voces que ejemplifica las dudas sobre el asunto es la de Manuel Pose, que remonta junto a su mascota la avenida de Lugo para llegar al parque de As Cancelas. En su opinión, hacer un curso para tener un perro no es necesario porque, en general, «quien tiene un perro lo incorpora como uno más de la familia», de modo que su seguridad está garantizada.

Manuel paseando a su perro por el parque de As Cancelas.
Manuel paseando a su perro por el parque de As Cancelas. Andrés Vázquez

«Un perro no aparece de la nada. El que no lo quiere tener no lo tiene», apunta Manuel. Pone el ejemplo de tener un hijo, «para lo cual nadie solicita un curso». Del mismo modo, tampoco considera necesaria la propuesta que se incluía en el primer borrador de la ley, que obligaba a quien tuviese un perro a realizar un test de sociabilidad para poder seguir a su lado.

Aquí aparece la voz de Jesús, otro paseante del mismo parque acompañado de su mascota: «Aínda que só de xeito temporal, que a cadela é da miña filla pero está fóra, de viaxe, e quédolle eu con ela», asegura. No hay duda de que el animal está en buenas manos, pues el hombre se ve feliz nada más que contando lo que disfruta la perra metiéndose en las piscinas del jardín contiguo al centro comercial. Bajo su punto de vista, el gasto en este tipo de programas de formación es un poco absurdo cuando seguramente acaben siendo un trámite, «e ademais ninguén pode asegurar que o dono, na casa, cumpra esas aprendizaxes».

A Jesús su hija le ha dejado la perra mientras está de viaje.
A Jesús su hija le ha dejado la perra mientras está de viaje. Andrés Vázquez

En las discrepancias con la ley puede tener que ver la cuestión generacional. Mucho más joven, Sergio Blanco, que vive en la zona de Salgueiriños, aprueba con nota el texto y hasta vería con buenos ojos el examen para los que ya son dueños de perros, descartado en las últimas revisiones. «Me parece útil para velar por los intereses y el buen cuidado del animal, además de que mucha gente que se hace con un perro no conoce luego sus necesidades y la cosa acaba en problemas».

Para Sergio la seguridad es una de las claves. La nueva ley establece que todo aquel que tenga un perro ha de contratarle un seguro, de modo que los daños materiales o personales que pueda ocasionar en algún caso se vean cubiertos. Él mismo le tiene uno contratado a su mascota, de pequeño tamaño y aparentemente inofensiva, por lo que considera este nuevo requisito algo elemental.