¿Quieres ser «influencer» y ganarte la vida en las redes sociales? Los universitarios de Santiago se lo piensan

VIVIR SANTIAGO

Andres Vázquez

Aunque en general las vocaciones y las ganas de privacidad pesan sobre el dinero fácil y la posibilidad de dedicar la vida a internet, hay quien acaba replanteándoselo con algunos peros

05 mar 2023 . Actualizado a las 11:46 h.

Las vocaciones se mantienen relativamente firmes en el campus de la Universidade de Santiago cuando los estudiantes responden si dejarían su grado para hacerse influencers. Tienen claro su futuro y no lo quieren variar. Pero cuando se lo piensan dos veces, hay algunos a los que el discurso profesional se les moldea.

Son minoría, eso desde luego, como también lo son los que responden afirmativamente a la pregunta de si valoran hacerse creadores de contenido en la investigación Consumir, crear, jugar. Panorámica del ocio digital de la juventud realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación FAD. De ella se extrae que uno de cada tres jóvenes españoles de entre 15 y 29 años «afirma que le gustaría dedicarse a ello y uno de cada diez declara que está actualmente intentando hacerlo».

Marta Reino y Laura Valles, dos estudiantes de Medicina que se piensan lo de ser influencers «al menos a tiempo parcial».
Marta Reino y Laura Valles, dos estudiantes de Medicina que se piensan lo de ser influencers «al menos a tiempo parcial». Andrés Vázquez

En Santiago esos números también se reflejan, aunque de aquella manera. Los jóvenes de la USC valoran mucho su privacidad, que es lo primero que les echa para atrás a la hora de plantearse la idea de exponer su vida en redes sociales y vivir profesionalmente del rendimiento a base de comentarios y likes que esta consiga. No solo eso, también quieren evitar a los haters, esas personas que critican por criticar y que pueden llegar a encabezar verdaderas persecuciones de odio. Quieren seguir siendo personas anónimas, tal como dicen Marta Reino y Laura Valles, dos estudiantes de medicina que no dejarían en ningún caso su vocación por el mundo de las redes sociales.

Y es que quizás todo el mundo esté pensando en vidas expuestas, moda o belleza, pero el mundo de los influencers es mucho más amplio, hasta el punto de que ahora hay creadores de vídeos y fotos en internet que se ocupan de los más recónditos asuntos. Hay quienes se especializan en libros, en arte, en comida y restaurantes, en viajes, en deportes, quienes bailan y cantan, quienes juegan a videojuegos e incluso quienes simplemente opinan sobre todo lo que se les ponga por delante, creando una manada de seguidores que estarían con ellos hasta el final, enfrentándose a la manada de detractores que se suele originar a la par.

Una vez se crean estas dos hordas, la fama puede irse del mismo modo que vino. «Dejar tus estudios por algo que no sabes cuándo se va a acabar no me parece para nada lógico, pues un día te puede ir muy bien y al próximo muy mal y tu vida depender de ello», argumenta Raquel Blanco, estudiante de Diseño de Moda en la EASD Mestre Mateo de Santiago. En su opinión, la formación aporta un futuro mucho más tranquilo.

Su amiga Paula Mateo, alumna de la misma especialidad en la Mestre Mateo, aporta una nueva razón en contra de hacerse influencer: «En muchas ocasiones es sencillo darse cuenta de que ejecutan una pose, que no son personas reales, y estar fingiendo ser una persona las 24 horas del día es algo que no podría soportar». Que el personaje se coma a la persona y esta acabe obsesionada con él puede traer problemas de mucho calado a la larga, personales y de salud.

Paula Mateo, Sofía Lamelas y Raquel Blanco, estudiantes de diseño de moda en la EASD Mestre Mateo.
Paula Mateo, Sofía Lamelas y Raquel Blanco, estudiantes de diseño de moda en la EASD Mestre Mateo. Andrés Vázquez

«Ahora bien…». Esa es la expresión más repetida en más de una entrevista cuando se llega a este punto de la conversación. «Si empieza a llegarme esa cantidad de dinero que cobran, no la rechazaría», señala Ainhoa Iglesias, al pie de la biblioteca Concepción Arenal y tras ir a por un tentempié. Ese es el gran punto de inflexión que a la mayoría se le presenta: «Claro, es que los ves, y viven tan bien comparado con la gente normal… Aunque bueno, vemos lo que nos quieren enseñar y nada más, eso está claro».

El otro de los puntos fundamentales que emana luego del «ahora bien» es la posibilidad de compaginar el trabajo con algunos seguidores y la posibilidad de colaborar con marcas y acceder así a promociones y descuentos especiales, cuando no regalos. Es también lo que le tienta a Ainhoa Iglesias, así como a Laura Valles, la estudiante de medicina: «Me podría plantear ser influencer pero no súper relevante, de modo que serlo me aportase ciertas cosas buenas pero sin dedicarme a internet al cien por cien». 

¿Fenómeno en redes o modelo de negocio?

Más allá de ser personas que cuentan su vida o recomiendan sus productos favoritos a cambio de dinero, existe toda una industria que confía en los influencers casi como si de una agencia publicitaria se tratase. Ahora bien, ¿por qué triunfan tanto entre las generaciones más jóvenes? Y también entre las adultas, no nos engañemos.

En primer lugar, y según los propios universitarios, proporcionan una gran cantidad de entretenimiento y casi que acompañan en el día a día. Esto sucede sobre todo en redes como Twitch o Instagram, pues en la primera se pueden hacer vídeos en directo que duran horas y que equivalen casi a una cadena de televisión con contenido especializado a cada consumidor. En cuanto a la segunda, sus stories permiten acompañar al influencer en su día a día, mientras hace sus cosas «de persona normal». Además, esta red social es muy útil para los líderes del sector de la moda, pues en ella enseñan sus conjuntos y modelitos en general a través de las publicaciones de fotos casi diarias que llevan a cabo.

Sin embargo, los jóvenes rechazan cada vez más el postureo y la superficialidad de algunos de los influencers que siguen. Prefieren la naturalidad, así como el hecho de que esta persona no esté constantemente intentando venderles productos que ni siquiera necesitan. Cuando el influencer se convierte en persona es cuando triunfa, por eso hay tantos, porque existe uno por cada seguidor que se quiere parecer a él o que busca un líder al que seguir en ciertos aspectos de su vida.