Santa Eufemia, una «catedral de montaña» en el concello de Trazo

cristóbal ramírez

TRAZO

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Se trata de un lugar para disfrutar de la naturaleza y admirar algunas obras humanas

06 mar 2021 . Actualizado a las 04:55 h.

Hay que volver a Trazo. Porque es el paraíso natural olvidado, y porque las actuaciones del hombre no han causado desastre ecológico alguno. Claro está que ha habido modificaciones en todo el territorio, pero fuera de las que se han asumido como imprescindibles, ese es el lugar para disfrutar de la naturaleza y, de paso, admirar algunas de esas obras humanas.

Las primeras, las granjas. No los edificios en sí, que por lo menos no tienen una altura tal que maten la vista, sino la tierra que las rodea, los prados de un verde tan verde que encontrar otro igual no resulta tarea sencilla.

Las segundas, las construcciones añejas. Y así, cuando se va desde Sigüeiro a Trazo, se cruza el río Lengüelle y se toma el tercer desvío a la izquierda, el excursionista acabará divisando una cúpula grande y blanca, muy blanca, en una elevación a la derecha. Hará menos de diez minutos que ha abandonado Sigüeiro, pero le parecerá estar en otro mundo.

Pero al pasar por el Rego de Santa Eufemia y ascender una pequeña rampa ya deberá parar a la izquierda, porque ahí está la fuente que da nombre a ese arroyo que acaba teniendo una anchura respetable antes de perderse en el Tambre. Fuente en granito, bonita, con seis caños (uno de ellos es simplemente un agujero que el agua logró hacer en la piedra) y varias mesas con bancos inexistentes (¿a qué esperan a reponerlos?). Una inscripción que se lee dificultosamente reza «hízose en el año 1820, siendo Rector el licenciado don Juan Noboa».

Parada interesante antes de llegar a esa cúpula blanca. O sea, a la ermita de Santa Eufemia y San Mateo, que tiene unas dimensiones colosales para estar donde está, en ese alto que podría haber sido un castro por su posición, por sus características y porque desde ahí se ven varios más en suelo de los municipios de Trazo y de Santiago, pero no se atisban restos de murallas.

A destacar también el crucero que recibe al visitante y el hecho, que es menos irrelevante de lo que se cree, de que los vecinos, el concello o quien fuera han tenido la sensatez de no asfaltar aquel enorme campo, lo cual permite encontrarse en un lugar que invita al descanso y al relajamiento.

Al templo, arriba, se accede por trabajadas escaleras. Es obra del siglo XVIII, y muy conocido -cita popular ante sus paredes incluida- en la comarca. ¿Todo de hace dos centenares de años? No, la cúpula blanca, un cimborrio, no tiene un siglo de vida, y la modificación se hizo por algo elemental: el interior era demasiado oscuro.

¡Quién le iba a decir a Santa Eufemia, virgen y mártir en el año 140 y cuyo cuerpo fue descubierto en la sierra a la que da nombre, cerca de la localidad ourensana de Lobios, que iba a tener en Trazo un templo que sería considerado desde principios del siglo XX una auténtica «catedral da montaña»!