Como aquí cada uno va a lo suyo ya desde los tiempos de los castros -¡y mira que los romanos intentaron imprimir un poco de modernidad, pero ni por esas!-, la promoción de los productos turísticos es un alabar a Dios. La Diputación coruñesa ha puesto un punto de cordura, pero está claro que ella sola no posee más fuerza centrípeta que la centrífuga de numerosos concellos de la provincia. La Xunta bastante tiene con promocionar una visión general y batallar contra los que siguen anclados en el siglo XX con la falacia de que miran al XXII y se empeñan todavía en tener sus viviendas turísticas a la sombra, dando una imagen penosa de Galicia.
En la comarca es peor todavía, porque el imán de Santiago resulta tan potente que anula cualquier esfuerzo destinado a promocionar los municipios vecinos. ¿Quién se va a desplazar a ver el puente de Sigüeiro teniendo ahí la Catedral? ¿Quién cambia A Quintana por Ponte Maceira? ¿Quién osa enfilar hacia el Pico Sacro cuando todavía no recorrió los museos compostelanos?
Esa es una dificultad objetiva para la que hay soluciones… si se quiere, y se aumentaría de paso el magro índice de noches pasadas en la comarca. Y mientras tanto, uno se encuentra con magníficas sorpresas, como la ruta de senderismo de Touro PR-G 121, de sobresaliente. Uno da con ella por Europa y vuelve contando que no daba crédito a tanta belleza. Señalización de matrícula, naturaleza por todas partes, ausencia de cemento… ¿Y cuántos turistas la recorren? ¿Cuántos compostelanos?
Postdata: En Touro tienen también el sendero PR-G 93, precioso si no fuese porque discurre al lado de un río muerto y contaminado, al parecer, por la mina. ¡Y todavía quieren ampliarla!