Sentido común

Cristóbal Ramírez

TOURO

12 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen que en Noruega hay un fiordo totalmente destrozado por las fábricas. Uno solo. Que han concentrado allí su artillería pesada y que a nadie se le ocurre meter un crucero de turistas a navegar aquellas aguas. Seguro que eso tiene parte de verdad, parte de mentira. Para comparar, es como si una ría gallega fuera borrada del mapa, industrializada de punta a punta y olvidémosla. La contrapartida: el resto de los fiordos (y el resto de las rías) estarán impecables, cosa que sabemos que en absoluto se corresponde con la realidad gallega.

El hombre tiene que destruir para vivir mejor. Eso es así o no dispondríamos ni de una carretera asfaltada. Pero además de destruir con equilibro (o sea, emprendiendo en paralelo acciones de compensación con otra parte del territorio), hay que pedir que el beneficio de esa inevitable destrucción sea para todos.

Ninguna de esas condiciones las reúne el proyecto de la mina de Touro. Ni el beneficio es público, ni crea más riqueza que la que dinamita. Que a estas alturas del partido la ría de Arousa -¡la más rica del mundo!- penda de un hilo es no solo sorprendente sino intolerable. Pero no hay que dudar de que el sentido común se ha instalado hace tiempo en la Xunta y nadie en sus cabales pensará en dar una luz verde para arrasar una parte tan importante del país. Claro que todo tiene su ritmo y sus tiempos. Por desgracia, algún alcalde de la comarca al que ni le va ni le vine geográficamente la mina ha soltado la lengua y ha dicho que la apoyaba con el peregrino argumento de que crearía puestos de trabajo. Y es cierto. Lo que no dijo es que se destruirían muchos más. Y si no, que se lo pregunten a las cofradías de la ría de Arousa.