El beso redentor a Santa Minia

iria ameixeiras SANTIAGO / LA VOZ

TOURO

Cerca de 10.000 personas rindieron culto ayer a las reliquias de Brión

28 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Hasta la cúpula del santuario llega la sombra de cenizas proyectada por los cirios de los romeros. «Hace dos años que las velas van a parar a la rectoral», el mismo lugar en el que ahora se lleva a cabo la liturgia, explica el ayudante del párroco Ramón. El altar había sido cubierto con flores votivas y en la sacristía se expenden novenas y estampas acerca del milagro.

Sin embargo, la hilera de devotos se forma tras el ara de piedra donde se guardan las reliquias de Santa Minia a las que ayer rindieron culto con besos cerca de 10.000 personas. En total, 35.000 romeros transitaron las calles adornadas para la romería desde el 25 al 27 de septiembre.

Antonio Martínez todavía no había aprendido a caminar cuando su madre lo ofrendó a la santa, y con diez meses llegó andando a la romería desde Touro. «Tamén foi aquí onde vin a miña primeira película, La violetera». Cuenta que con el tiempo ha ido mermando el credo, pues antes era mucha la gente que peregrinaba descalza y giraba en torno a la ermita sobre sus rodillas. Los romeros también ofrendan figuras de cera que simbolizan las partes del cuerpo. Como Antonio es diabético, su esposa bromea: «Tenías que ofrecerte entero».

Lo que fuera el legado del viajero de San Fiz, Luis Tobío, tras su estancia gaditana, donde consiguió las reliquias, acabó por convertirse en simiente de leyendas acerca de sus milagros durante la Guerra de Independencia y una profesión de fe que lleva a los romeros como Carmen Varela a dejar Brexo por Brión. Están a unos diez metros de la entrada a la ermita y ya llevan quince minutos aguardando para besar la urna con los restos de la mártir.

Las velas y el culto religioso

Entre los bisbiseos del culto, la gente sostenía con fuerza sus velas, izadas sobre las cabezas de los romeros. Los fieles le cuentan historias de redención a Fina, que escucha atenta tras el mostrador de las velas desde hace casi doce años. Ayer vio como llegaba la última redada de feligreses, que este año «viñeron repartidos e desde todos os puntos de Galicia».