«As aldeas melloraron moito, temos comodidades que non había antes»

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol TOQUES / LA VOZ

TOQUES

Pilar Ríos y Fermín Villamor viven en la única casa habitada en un lugar de Toques

21 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Pilar y Fermín se encogen de hombros cuando se les pregunta si echan en falta algún servicio. «Melloraron moito as aldeas; antes non había as comunidades que hai agora», afirma él, cabeza de la única familia que reside en Morcigueira, un lugar de la parroquia que custodia en Toques uno de los conjuntos artísticos más interesantes del patrimonio gallego: el de la iglesia prerrománica de A Capela. Al margen del lujo monumental al lado de casa, en la cuidada y equipada vivienda de este matrimonio de mediana edad, las prestaciones que consumen el gasto corriente de la economía doméstica están cubiertas. Luz, agua, óptima cobertura móvil con tecnología 4G e iguales incidencias de conexión a Internet que en, sin ir más lejos, el casco histórico de Melide, donde la línea ADSL sigue sin dejar paso a la fibra óptica.

Cuenta Pilar que hace una década «tiñamos outras necesidades porque as nenas eran pequenas e había xente maior na casa», lo que les obligaba a desplazarse con más frecuencia tanto a Souto como a Melide, a 5 y 10 minutos en coche. La capital municipal alberga servicios como el centro de salud o la farmacia, y la de comarca centraliza otros inexistentes en Toques como la atención de urgencias médicas o la piscina climatizada. Hoy por hoy, la pareja, con una explotación cárnica de 22 reses, tiene las necesidades básicas cubiertas. «Ata o que consuminos, menos o pescado, plantámolo e criámolo aquí», cuenta. Otro lujo -el de la alimentación de confianza- al alcance de pocos.

Este matrimonio de Toques también es de los privilegiados que vieron nevar este año. Es lo que tienen vivir en un entorno natural a 750 metros de altura, del que también destacan como ventaja la tranquilidad. «Agora cando vou á Coruña, cústame durmir», apunta Pilar, que valora tanto que el rural «é máis saudable e bonito», como añora la ciudad herculina, donde estudió. El no tener vecinos es, quizás, lo que más echa en falta. «Nós solos aquí, ¿con quen falas e te relacionas?», dice. La aldea más cercana, Abucide, con unas seis casas habitadas, está a medio kilómetro. Pilar se resarce «baixando case todos os días a Melide; conducimos os dous», cuenta. En la única vivienda con gente de las tres numeradas en Morcigueira hay varios coches. Forman parte de un parque móvil que, en Toques, es de 716 turismos, más de la mitad la población del municipio, con 1.151 vecinos, según el Instituto Galego de Estadística (IGE).

El no depender de un servicio de transporte otorga independencia y favorece la permanencia en las aldeas, «pero non sei cando sexamos vellos se seguiremos aquí», dice Pilar. Con las facultades mermadas por la edad, «precisaremos ter máis preto os servizos porque serán máis as necesidades», explica. Fermín tiene claro que «en dez anos, isto remata». La explotación ganadera no tiene la continuidad garantizada. «É atada», afirma. Y su mujer lamenta que «a xente moza non compre e rehabilite nas aldeas, aínda que só sexa para vir vivir, xa non para traballar».