Nueva vida para una vieja carnicería que se transforma en un café con repostería artesanal

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

TEO

MALENA FERNÁNDEZ

Irupé Fierre y Diego Castro dieron un giro en su actividad para abrir Chusca en Rosalía de Castro

01 sep 2022 . Actualizado a las 12:47 h.

La historia del café Chusca está marcada por las segundas oportunidades. Irupé Fierre Amado y Diego Rubén Castro Fandiño decidieron dar un cambio en sus vidas profesionales y cada uno aportó su mejor saber para sacar adelante un nuevo local hostelero en Santiago. Diego fue durante 20 años comercial de una empresa de venta de vehículos industriales. Aunque es natural de Argentina, sus orígenes familiares están en Boqueixón. «Necesitaba un cambio en mi vida. Estaba saturado y cansado», explica. Esta sensación coincidió con la pérdida de empleo de Irupé en la escuela infantil Lusco e Fusco, en Teo. «El covid no permitió recuperar el proyecto de la escuela y empezamos a darle vueltas a la cabeza», relata.

Para ese nuevo proyecto, Irupé aportó sus ideas para crear un espacio agradable y un ambiente familiar en el viejo local del número 90 de la rúa Rosalía de Castro, donde hasta hace unos años hubo una carnicería. El bajo conserva las baldosas originales del suelo y sus características puertas de madera pintadas de rojo. «Solo tuvimos que cambiar el suelo del fondo, porque era de hormigón, y también hicimos cambios en el baño. Quisimos respetar el local y hacer una decoración para crear un ambiente acogedor». Por su parte, Diego decidió dar el salto desde la cocina familiar. «Soy el que cocina en casa. Hacía repostería para la familia y amigos, y pensé que por qué no para gente desconocida», apunta. Así surgió el café Chusca, en el que ofrecen «alfajores de diversas variedades: de merengue, azúcar glasé, maíz, coco, almendras o nueces. Pero todo totalmente artesanal. Y tartas variadas». Diego emplea materiales de primera calidad para una elaboración, recalca, «totalmente artesanal. Los productos se hacen todos los días, lo que garantiza su frescura». Diego aprendió viendo a su madre, que es maestra repostera. «Siempre me gustó. Ahora estoy terminando un curso», explica. Irupé vive en Santiago desde hace varias décadas y de su contacto con las familias de la escuela de Teo surgió la idea para el nombre de su local. «Chusca viene de una palabra que decían mucho los padres cuando se dirigían a los niños: chusquiña. Después supe que Chusca es un bollo de pan. Me pareció bonito y agradable para el café», detalla. Durante estos dos meses de trabajo fueron engranando los detalles del local, pero reconocen que ahora, en septiembre, será la prueba de fuego. «Llegará todo el mundo, y queremos ser un local de referencia para los vecinos y para la gente que trabaja y estudia por aquí». En estas primeras semanas se centraron fundamentalmente en la repostería y tostas dulces para acompañar el café y las infusiones, pero ahora con la llegada del invierno irán introduciendo tartaletas de verduras y algunas pizzas. «Queremos ir creciendo con los clientes». Irupé y Diego acaban de iniciar una nueva vida en un local que parecía perdido para siempre y que ellos recuperan para la ciudad.