La madrugadora marea humana que tomó Francos provocó un adelanto en la hora de la comida, por lo que antes de las dos de la tarde el humo de las potas de cocer el pulpo y el olor a churrasco recién hecho inundaban el ambiente, plagado de teenses ya que el 11 de noviembre siempre es festivo local en el municipio.
El Concello de Teo lanzó este año el mensaje de que la feria buscaba reforzar la tradición con varios elementos. Uno de ellos invitaba a recuperar el calzado para caminar por la tierra y el barro sin arriesgarse al catarro. El tiempo seco desde hace días no hizo necesarios ni zuecos ni botas de goma, pero la devoción por el San Martiño pudo verse en los pies de no pocos visitantes, con zuecos en muchos casos de coloridos diseños. Con esta jornada festiva Teo cierra siete días de actividades, que arrancaron el pasado fin de semana para caldear el ambiente y preparar los motores para una nueva demanda ante la Xunta, a la que el Concello reclama el reconocimiento como Festa de Interese Turístico de Galicia, denegado anteriormente.